Humildemente postrado ante vuestra Divina Imagen, ¡Oh glorioso Jesús de las maravillas! vengo con toda confianza a implorar el remedio de mis necesidades.
Por la Preciosa Sangre que derramasteis en el Calvario, por los dolores de vuestra Pasión, por la ignominia de vuestra muerte, os ruego que no desechéis mi suplica, siempre que la gracia que solicito sea para vuestra mayor honra y gloria y provecho de mi alma.
Acepta, poderosísimo Señor, el cirio que te ofrezco como viva imagen de mi fe; que su humilde lucecita te recuerde mi petición y sirva para aumentar el número de tus devotos y por consiguiente el de tus beneficios, avivando en todos los corazones el fuego sagrado de tu amor.
Amén.