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La actividad minera es, y ha sido, uno de los pilares de la economía de muchos países latinoamericanos, incluido México.

Nuestro país  es uno de los que donde la industria más destaca por su contribución a la economía, ya que su aportación al Producto Interno Bruto (PIB) pasó de 2,3 % en 2020 a 2,5 % en 2021. La minería es una oportunidad de desarrollo económico, pues genera empleo digno, desarrollo empresarial, e incremento de los ingresos fiscales, así como la creación de infraestructura.

Tan solo entre 2016 y 2019, el sector minero pagó por concepto de impuestos y derechos por $131 mil 16 millones de pesos. Mismos que la hacienda pública destinó a servicios públicos.  Para darnos una idea de lo que representa; esos recursos son casi dos veces el presupuesto de Sonora, cuya población es de casi tres millones de personas.

Contrario al ideario común, la actividad minera requiere de largos ciclos de maduración y cuantiosas inversiones. Es falso que una persona pueda caminar y encontrarse sedimentos minerales de forma casual. De cada mil indicios de mineralización, 100 son susceptibles de ser prospectos, 10 llegan a exploración y sólo 1 se convierte en mina.

Los proyectos mineros comprenden distintas fases secuenciales que empiezan con la exploración del mineral metálico y terminan con el periodo de cierre de la mina. Cada fase está asociada a un conjunto de impactos económicos y sociales que pueden ser aprovechados para la generación de empleo e infraestructura.

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Por ejemplo, en el proceso de exploración se requiere de inspecciones, estudios de campo, perforaciones de prueba y otros análisis exploratorios. En esta fase no hay un amplio desarrollo de infraestructura.

No obstante, se generan empleos para realizar todos los estudios que permitan tener conocimientos de la extensión del yacimiento mineral.

Durante el desarrollo de la mina, es más tangible la derrama económica en diversos sectores de la economía a nivel local y regional. Esta fase tiene varios componentes. La construcción de caminos, mejora de carreteras y la ampliación de algunos servicios derivan en empleos directos e indirectos. Tan solo en 2021, el sector minero dio empleo a 28 mil 55 mexicanos, un aumento de 7.56% respecto a 2020.

Aunque la minería es de las actividades con mayor presencia en el país por el desarrollo que genera en las regiones, la superficie que ocupan las minas en producción (instalaciones, tajos, plantas) es menor a 0.10% del territorio nacional y cumplen con una amplia normatividad en diversos ámbitos.

Respecto al tema medioambiental, la propia Comisión Nacional del Agua (Conagua) ha declarado que la minería es el sector productivo que menos uso hace del recurso hídrico.

El consumo del agua en México se distribuye de la siguiente manera: 77% para agricultura, 14% en abastecimiento público, 5% termoeléctricas, 3.1% para actividades industriales y únicamente 0.9% en actividades asociadas a la minería.

Además, el sector ha invertido en el desarrollo de nuevas tecnologías y sistemas que permitan mitigar el impacto ambiental. Un ejemplo son las presas de jales secos, pues se reduce la huella ambiental general, además de que permite que el agua se reutiliza en otros procesos.

JGR

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