A dos días de que se cumpla un mes de la intoxicación masiva de estudiantes de secundaria en Chiapas, las autoridades no han podido esclarecer los casos y aunque existen pruebas fehacientes de lo que sucedió el gobierno del estado sigue negando la evidencia.
En cuatro ocasiones diferentes tres escuelas secundarias sufrieron la intoxicación de sus alumnos ya sea a través de inhalación de gases o por el consumo de alimentos o bebidas contaminadas.
El caso más grave sucedió en la escuela Juana de Asbaje el día siete de octubre, cuando 110 alumnos tuvieron los mismos síntomas de intoxicación por drogas, hasta la fecha aún hay un adolescente conectado de forma permanente al oxígeno, pues no puede respirar por su propia cuenta.
El gobierno aplicó pruebas toxicológicas a los afectados y determinó que no existió el consumo de cocaína, versión que fue desmentida por los padres de familia que llevaron a sus hijos a estudios médicos particulares donde si encontraron rastros de cocaína, marihuana y antidepresivos como el Clonazepan.
El problema en el estado de Chiapas, principalmente en la zona que colinda con Guatemala, es el crecimiento exponencial del narcomenudeo, el cual se disparó en un 400 por ciento en el último trimestre.
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Los reclutadores de drogas encuentran a los infantes y adolescentes con una amplia fragilidad emocional resultado de dos años de pandemia, donde al suspenderse las clases presenciales dejaron de tener su sistema de apoyo (amigos, maestros y orientadores), que les daban soporte cuando las cosas no iban bien en sus hogares.
Al quedarse sin su red de apoyo, los adolescentes se sumergieron en depresión ocasionando que los casos de suicidios en niños de 10 a 14 años aumentaran, hasta convertirse en la cuarta causa de muerte en el estado.
Otro gran porcentaje al encontrarse en el total descuido familiar fueron reclutados por el narcotráfico quienes los forzaron a vender drogas en los planteles educativos aprovechándose de su calidad de “imputables” y de su fácil manipulación, pues a esa edad se carece de carácter y autodeterminación.
Una de las versiones de lo sucedido en la escuela Juana de Asbaje, es que el director que ha hecho caso omiso al problema desde hace varios años advirtió a los alumnos de tercer grado que ese día se iba a suscitar una revisión de mochilas.
Los adolescentes desesperados por deshacerse de las evidencias que seguramente les provocaría una expulsión, desecharon las metanfetaminas, cocaína, LSD, cristal, antidepresivos y demás drogas en un tambo de agua que estaba conectado a los bebederos comunitarios de la escuela.
Los grupos de primero y segundo año que se encontraban haciendo deporte, bebieron el agua contaminada y empezaron a sentir sudoración excesiva que les provocó quitarse la ropa, temblores, náuseas, comezón y en los peores de los casos desmayos.
Lamentablemente el gobierno no quiere reconocer el problema y aunque lo haga no hay grandes esperanzas de solución debido a que el presupuesto dedicado a las primeras infancias y juventudes es de menos del 5 por ciento, debido a que la gran mayoría del dinero se gasta en la pensión para los adultos mayores, dejando totalmente desprotegidos a los mexicanos más jóvenes, que coinciden con los que no pueden votar.
En su lugar el presidente envió al Comisionado Nacional contra las Adicciones Gady Zabicky Sirot a supervisar qué acciones correctivas se podrían hacer para atacar el problema y el gobierno del estado impuso la revisión de mochilas permanentemente en todas las secundarias de Chiapas, acción que no tiene sentido porque los adolescentes que las consumen o venden no son el problema, son la consecuencia del mismo.
MGG