Con la llegada del otoño y los primeros fríos de noviembre, muchas personas notan cambios en su estado de ánimo, energía y motivación.
Aunque suele atribuirse al cansancio del año, lo cierto es que la salud mental se ve profundamente afectada por los ciclos climáticos, la luz solar y las variaciones de temperatura.
Especialistas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconocen desde hace años el fenómeno conocido como trastorno afectivo estacional (TAE), un tipo de depresión que aparece en los meses fríos o con poca exposición al sol.
En México, cada vez más psicólogos reportan un aumento de consultas entre octubre y febrero, con síntomas como irritabilidad, insomnio, falta de concentración o apatía.
🌥️ El clima también moldea la mente
El cuerpo humano está programado para sincronizarse con la luz.
Cuando los días se acortan, los niveles de melatonina (hormona del sueño) aumentan, mientras que la serotonina —relacionada con el bienestar y la motivación— disminuye.
Esta combinación puede alterar el equilibrio emocional, generando cansancio, tristeza o ansiedad sin una causa aparente.
La salud mental depende de pequeños hábitos que el clima tiende a modificar.
Las lluvias reducen la actividad física, los días nublados cambian los patrones de alimentación y el encierro prolongado afecta la socialización.
Cada elemento climático, desde la humedad hasta la presión atmosférica, tiene efectos medibles sobre el cerebro y el sistema nervioso.
De hecho, un estudio del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz” muestra que la exposición constante a cielos grises o entornos con poca luz natural aumenta el riesgo de estrés crónico y pensamientos negativos.
(who.int)
🌡️ Menos sol, más estrés: el reto invisible del otoño
El otoño marca el cierre de ciclos personales y laborales.
Esa combinación —menos luz y más presión social— puede amplificar emociones negativas.
Muchas personas sienten una desconexión entre su ritmo interno y las exigencias externas: menor energía, pero igual carga de trabajo.
En ciudades como Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey, donde los cambios de luz son notorios y la contaminación bloquea parte de la radiación solar, los efectos pueden ser más severos.
La salud mental urbana enfrenta el desafío adicional del ruido, el tráfico y la falta de contacto con la naturaleza.
Los expertos recomiendan mantener rutinas simples que regulen los ritmos biológicos:
- Exponerte a la luz natural durante la mañana.
- Practicar ejercicio físico al menos 30 minutos diarios.
- Establecer horarios regulares de sueño y comida.
- Reducir el consumo de cafeína y alcohol.
- Buscar apoyo psicológico cuando la tristeza o el aislamiento persisten más de dos semanas.
☀️ La vitamina del sol y el poder del movimiento
La vitamina D, conocida como “la vitamina del sol”, cumple un papel crucial en la regulación del estado de ánimo.
Estudios recientes demuestran que las personas con deficiencia de vitamina D presentan mayor riesgo de depresión leve o ansiedad.
Bastan 15 a 20 minutos de exposición solar al día para mantener niveles adecuados.
Asimismo, la actividad física es una de las mejores aliadas de la salud mental.
El movimiento estimula la liberación de endorfinas, ayuda a dormir mejor y fortalece la autopercepción corporal.
Caminar al aire libre, practicar yoga o bailar son actividades sencillas que pueden hacer una gran diferencia durante los meses fríos.
🧠 Cuidar la mente también es prevención
El bienestar psicológico no depende solo del entorno, sino de cómo nos adaptamos a él.
La salud mental debe abordarse como parte de la salud integral, con el mismo compromiso que dedicamos al cuerpo.
Hablar de las emociones, identificar el estrés temprano y aprender técnicas de autocuidado puede prevenir trastornos más graves.
El otoño, con su melancolía y belleza, invita a mirar hacia adentro.
Es un recordatorio de que descansar, sentir y pedir ayuda también son formas de fortaleza.
Cuidar la mente es, en última instancia, un acto de amor propio y una inversión en equilibrio a largo plazo.
Conclusión
El clima no solo transforma los paisajes; también moldea nuestros pensamientos y emociones.
Reconocer esa influencia es el primer paso para mantener una buena salud mental durante los meses de frío y oscuridad.
Con hábitos simples, acompañamiento profesional y atención consciente, podemos convertir esta temporada en una oportunidad para reconectar con nosotros mismos.








