gritaba doña Raquel, mientras era respaldada por los demás manifestantes.
La protesta se tornó en un clamor de justicia para los miles de desaparecidos y asesinados en México, así como un llamado a poner fin a la corrupción y a la impunidad que impera en el país. La diversidad de voces presentes en la marcha evidenció la indignación y la demanda de un cambio profundo en las políticas públicas y en la forma en que se gobierna en México.
Las banderas negras con la calavera blanca ondearon junto a los sombreros de la Tierra Caliente michoacana, en un símbolo de unidad en la lucha contra la injusticia y la violencia. El llamado de la Generación Z resonó fuerte en las calles de la Ciudad de México, convocando a miles de personas de todas las edades y procedencias a levantar la voz y demandar un país mejor para todos.







