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Por Redacción 25 de diciembre de 2025

Han pasado ya varios años desde aquel fatídico inicio de 2022, pero en la memoria política y social de México existe una herida que se niega a cicatrizar. Hablamos de la muerte de Pedro César Carrizales Becerra, el hombre que desafió todos los estereotipos de la clase política mexicana bajo el apodo de «El Mijis». Lo que oficialmente fue cerrado en los expedientes de las Fiscalías de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila como un trágico accidente automovilístico, para la opinión pública, su familia y los expertos independientes, sigue teniendo el hedor inconfundible de una ejecución disfrazada.

Hoy, al hacer un recuento de los casos que han marcado la década, es imposible no detenerse en la figura de Pedro César Carrizales Becerra. Su transición de «chavo banda» a diputado local en San Luis Potosí inspiró a miles, pero su final abrupto en la llamada «carretera de la muerte» dejó un mensaje escalofriante. A continuación, desglosamos las siete inconsistencias y dudas razonables que mantienen viva la teoría de que al «Mijis» no lo mató el asfalto, sino enemigos mucho más peligrosos que sabían exactamente cómo borrar sus huellas.

1. El silencio previo: La desaparición forzada

El primer punto que desacredita la narrativa del accidente simple es el contexto de su desaparición. Pedro César Carrizales Becerra no era un conductor anónimo que perdió el control; era un activista con un perfil de alto riesgo que desapareció el 31 de enero de 2022.

Antes de que su camioneta fuera encontrada calcinada, hubo días de silencio absoluto. La geografía de su desaparición —entre Saltillo, Monterrey y Nuevo Laredo— es conocida como el «Triángulo de las Bermudas» del noreste mexicano, una zona controlada férreamente por el crimen organizado. La familia reportó que perdieron contacto con él mucho antes de la hora estimada del supuesto accidente. ¿Dónde estuvo «El Mijis» durante las horas o días previos al siniestro? Esa laguna temporal sugiere que pudo haber estado privado de su libertad antes de ser colocado en el vehículo.

Pedro César Carrizales Becerra
Pedro César Carrizales Becerra: 7 Dudas Mortales 3

2. La escena del crimen: Un incendio «demasiado conveniente»

Las autoridades presentaron la muerte de Pedro César Carrizales Becerra como resultado de un despiste vehicular que terminó en un incendio total. Sin embargo, peritos independientes señalaron en su momento que la magnitud de la calcinación era inusual para un choque de esas características.

El vehículo quedó reducido a cenizas, borrando casi cualquier evidencia biológica o mecánica que pudiera contar otra historia. En el mundo forense, el fuego es el método predilecto para ocultar tortura o heridas de bala previas. Que el cuerpo del diputado quedara irreconocible, requiriendo pruebas de ADN complejas para su identificación, alimentó la sospecha de que el incendio fue provocado intencionalmente para destruir pruebas, y no una consecuencia fortuita del impacto.

3. Las amenazas previas: Un hombre marcado

No se puede analizar la muerte de Pedro César Carrizales Becerra sin revisar su teléfono y sus antecedentes. Meses antes de su viaje final, «El Mijis» había denunciado amenazas de muerte serias. Su activismo contra las corridas de toros, la defensa de los derechos humanos y, más peligrosamente, su cruzada contra grupos criminales que reclutaban jóvenes, lo habían puesto en la mira.

Él mismo había fingido su muerte o desaparición en ocasiones anteriores como medida de protesta o protección, lo que paradójicamente jugó en su contra al inicio de la búsqueda. Pero las amenazas eran reales. ¿Es creíble que un hombre perseguido por sicarios y grupos de interés muera casualmente en un accidente de tráfico justo en la región más violenta del país? La estadística juega en contra de la versión oficial.

4. La extraña ruta y la señal del celular

La geolocalización del teléfono de Pedro César Carrizales Becerra arrojó datos que no encajaban del todo con un viaje turístico o de negocios normal. Se activó en Nuevo Laredo, una zona que él conocía por ser territorio hostil.

Su familia, encabezada por su esposa Miriam Martínez, sostuvo siempre que él no tenía motivos para estar en ese punto específico de la carretera Ribereña en esas condiciones. Los audios que envió a su esposa antes de desaparecer denotaban preocupación y hablaban de que había sido detenido por «los gafes» (un término coloquial para referirse a grupos de operaciones especiales o crimen organizado). Estos mensajes de voz son la prueba más contundente de que hubo una interacción con terceros antes del desenlace fatal.

5. La prisa por cerrar el caso

Lo que más indignó a la sociedad civil fue la velocidad con la que las fiscalías de los estados involucrados quisieron dar carpetazo al asunto. En cuanto se confirmó la identidad de Pedro César Carrizales Becerra mediante genética, la narrativa oficial se unificó: «accidente vial».

No hubo una reconstrucción de hechos pública y convincente que explicara la mecánica del siniestro. Parecía haber una urgencia política por evitar un escándalo de homicidio de un exdiputado en una zona federal. Cerrarlo como accidente eximía a las autoridades estatales de la responsabilidad de investigar una ejecución extrajudicial o un ajuste de cuentas del narco, reduciendo todo a una «falla humana» del conductor.

6. El cuerpo amarrado: El rumor que nunca se aclaró

Una de las versiones extraoficiales más perturbadoras que circularon entre periodistas de nota roja y fuentes cercanas a la investigación, fue que los restos encontrados en la camioneta presentaban indicios de haber estado sujetos. Si bien esto fue negado o matizado en los reportes oficiales sobre Pedro César Carrizales Becerra, la duda persistió.

Si el cuerpo estaba en una posición no natural para un conductor (por ejemplo, en el asiento trasero o con alambres), la teoría del accidente se desmorona instantáneamente. La opacidad en la entrega de los peritajes completos a la opinión pública permitió que esta sombra de duda creciera, consolidando la idea de que «El Mijis» fue sembrado en ese lugar.

7. El legado de la duda: La lucha de Miriam

A años de distancia, la viuda de Pedro César Carrizales Becerra, Miriam Martínez, se ha mantenido firme en su postura: no fue un accidente. Su lucha legal y mediática ha mantenido el nombre de su esposo en la agenda, impidiendo que se convierta en una cifra más.

Ella tuvo acceso a información que contradice la versión pública. Su insistencia en que «lo mataron» no es necedad, es la certeza de quien conocía las rutinas y los miedos de su pareja. La falta de justicia para la familia es el último clavo en el ataúd de la credibilidad de las autoridades. Mientras no se aclaren quiénes eran esas voces que lo interceptaron, el caso sigue siendo un homicidio sin resolver ante los ojos del pueblo.

Conclusión: Un símbolo incómodo

La vida de Pedro César Carrizales Becerra fue incómoda para el sistema: un pandillero que llegó al Congreso, un tatuado que legisló. Su muerte resultó igualmente incómoda. Aceptar que fue asesinado implicaría reconocer que el estado no puede proteger ni a sus exlegisladores.

La versión del accidente es una «verdad histórica» conveniente, pero frágil. Para México, «El Mijis» no murió por un error al volante; murió porque en este país, alzar la voz y cruzar ciertas fronteras geográficas y políticas sigue siendo una sentencia de muerte. Su camioneta calcinada es el monumento a la impunidad que sigue vigente en este 2025.

Pedro César Carrizales Becerra
Pedro César Carrizales Becerra: 7 Dudas Mortales 4

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