Algunos hospitales del país parecen haber retomado una añeja tradición estadounidense -hacer compras en restaurantes o servicios en bancos a través de la ventanilla del automóvil- para aplicarla a personas con síntomas de influenza o gripe porcina, pidiéndoles que eviten ingresar a las clínicas donde podrían contagiar a otras personas.
Las personas con tos y fiebre reciben instrucciones de evitar ingresar a las salas regulares de emergencia de los hospitales, donde pueden infectar a víctimas de ataques cardíacos y otros pacientes muy enfermos, y se les pide que caminen hacia carpas especiales instaladas en el exterior.
La necesidad de soluciones alternativas ha aumentado en semanas recientes a medida que se ha extendido la influenza estacional entre niños escolares antes de que la vacuna esté disponible. Además de esa cepa de la gripe, conocida también como gripe de temporada, está circulando en Estados Unidos la de la influenza H1N1, o gripe porcina.
Familias enteras enfermas se han presentado en el hospital comunitario militar Bayne-Jones en Fort Polk, Luisiana, cerca de los límites estatales con Texas.
“Simplemente llegan en automóvil vistiendo aún sus pijamas”, dijo Henry Johnson, un asistente médico que ayudó a instalar un sistema de atención allí.
Las personas arriban en sus vehículos y los estacionan. Se bajan y pasan a tres carpas donde son sometidos a exámenes que incluyen el registrar su temperatura. Normalmente son enviados a casa con receta médica, si es que la necesitan.
El servicio puede incluir que el enfermo reciba medicamento como Tamiflu -uno de los fármacos utilizados para combatir la gripe porcina- si el paciente está tan grave como para necesitarlo, pero no es el caso para la mayoría de las personas.
En Austin, Texas, la sala de emergencias del Centro Médico Infantil Dell tuvo casi 400 visitas el domingo exclusivamente, principalmente de niños con gripe porcina. Decenas de ellos fueron enviados a dos carpas afuera del hospital y ya hay planes de agregar una tercera.
En Memphis, Tenesí, el Hospital Infantiil Le Bonheur ha recibido desde el 1 de agosto más de 5.500 niños con malestares parecidos a los de la influenza y que necesitaron atención de urgencia. El hospital instaló carpas fuera de su sala de emergencias el 11 de septiembre y ya ha atendido más de 900 casos.
Hope y Billy Howard llevaron a su hija Emma Smith, de tres años, a una de esas carpas el domingo. La pequeña tenía una fiebre que no bajaba pese a tomar medicina de venta sin receta. Se quejaba de dolor abdominal, se negaba a comer y sus padres no pudieron localizar a su pediatra.
“No sabíamos qué darle y no quise arriesgarme”, dijo su madre. En la carpa para emergencias “entramos y salimos en 15 minutos”, agregó.
Estos programas pueden ser parte de planes contra desastres que cada hospital debería tener, dijo el médico Pat Crocker, director de medicina de urgencia del hospital infantil Dell en Austin.
“Está funcionando muy bien para la influenza, pero podría ser un modelo para que lo usaran hospitales en todo el país cuando se rebase la capacidad de atención de emergencia”, como en catástrofes naturales o explosiones, dijo.
Bajo un programa en la Universidad de Stanford en Palo Alto, California, muchos pacientes con influenza ni siquiera tendrán que bajar de sus automóviles.
El centro médico Stanford Hospitals and Clinics y el Hospital Infantil Lucille Packard comparten una sala de emergencias y recientemente probaron un sistema de servicio en el automóvil para pacientes con síntomas de gripe en una rampa de aparcamiento. Cuarenta voluntarios de la Cruz Roja se hicieron pasar por pacientes reales en busca de atención de emergencia en abril y mayo, cuando la gripe porcina surgió por primera vez.
Su sistema de logró reducir en 80 minutos el tiempo típico de espera en una sala de emergencias regular, el cual es de dos horas. El plan es ponerlo en acción cuando la cifra de pacientes con gripe porcina rebase la capacidad de los hospitales.