Los tanques y otro tipo de artillería pesada rugían por toda Beijing detrás de soldados que desfilaban al paso de ganso con motivo de la conmemoración el jueves del 60mo aniversario del régimen comunista con el mayor despliegue militar de su historia, como un símbolo del acelerado crecimiento de su poderío mundial. La cuidadosa ceremonia que conmemora la fundación de la República Popular China fue transmitida por la televisión a nivel nacional pero en medio de intensas medidas de seguridad que excluyeron al ciudadano común de los lugares cercanos al desfile que se realizó en la Plaza Tiananmen.
Con coreográfica precisión, el evento de dos horas y media se desarrolló conforme a la tradición. El presidente Hu Jintao, que vestía un saco al estilo Mao en vez de un traje de gala occidental, iba a bordo de una limosina con una bandera roja para pasar revista a los miles de soldados. Un desfile de ornamentadas carrozas, flanquedas por más de 100.000 personas, celebraban la revolución comunista y las Olimpiadas de Beijing. Incluso el clima cooperó, las nubes encapotadas se disiparon durante la noche con una lluvia que dio paso a un cielo azul intenso.
La marcada diferencia con festejos anteriores fue el despliegue de armamento, más de lo que se haya mostrado en su historia y mayormente producido en territorio nacional: docenas de jets de combate y cientos de tanques, artillería pesada y camiones con lanzacohetes de largo alcance, con capacidad para ojivas atómicas. “En esta alegre y solemne ocasión, el pueblo en todo el país se siente extremadamente orgulloso por el progreso y el desarrollo de la madre patria, y tienen plena confianza en el brillante futuro para el gran rejuvenecimiento de la gran nación china”, destacó el presidente Hu en un breve discurso desde la tribuna de Tiananmen.
En respaldo de la celebración está el tremendo cambio de prosperidad que ha experimentado China. El país comunista ha pasado de ser uno pobre y débil a nivel internacional cuando los comunistas tomaron el poder el 1 de octubre de 1949, para convertirse en la tercera economía mundial y un nuevo poder con cuya ayuda la potencia estadounidense trata de resolver su crisis económica mundial y el reto nuclear que significa Irán.
En medio del ambiente de celebración y el despliegue de los medios estatales en semanas recientes, no se mencionaron las campañas revolucionarias del líder Mao Tse-tung que dejaron millones de muertos, asimismo la gran brecha que ha surgido en el país entre ricos y pobres, la rampante corrupción, la intensa contaminación y las crecientes insurgencias de minorías étnicas en áreas del Tibet y Xinjiang, en China occidental.