Estados Unidos y Rusia dieron nuevos pasos en el posicionamiento de intereses militares y económicos en Latinoamérica, el primero con la firma de un acuerdo para operar desde bases colombianas, y Moscú sumando a Ecuador a sus aliados regionales.
Colombia firmó el viernes el convenio que autoriza a Washington a usar siete destacamentos contra el narcotráfico y las guerrillas izquierdistas, tras meses de fuerte polémica con sus vecinos, especialmente Venezuela, que congeló las relaciones con Bogotá en julio.
El presidente Hugo Chávez asegura que el pacto configura una plataforma de ataque a Venezuela por parte de Estados Unidos -al que culpa del golpe de Estado que sufrió en 2002- y una estrategia para recuperar la hegemonía histórica en su “patio trasero”.
Por ello el gobierno de Chávez anunció recientemente que comprará a Rusia 92 tanques T-72 y sistemas de defensa antiaéreos con un crédito de 2.000 millones de dólares que le concedió Rusia en septiembre.
Caracas logró dicho préstamo en coincidencia con su anuncio de que reconocía la independencia de los territorios georgianos de Abjasia y Osetia del Sur -aliados de Moscú-, como ya lo había hecho Nicaragua y podría hacerlo Ecuador.
“Rusia está buscando un mercado de armas en Latinoamérica y estaría ofreciendo descuentos a cambio de ese reconocimiento”, señaló a la AFP Carlos Espinosa, internacionalista de la Universidad San Francisco de Quito.
Venezuela es el principal cliente latinoamericano de armamento ruso -con compras por 4.400 millones de dólares desde 2005- y pilar de la estrategia del Kremlin en la región, gobernada por numerosos presidentes de izquierda críticos de la Casa Blanca.
Esta sociedad abarca además exploraciones de millonarias reservas de petróleo y gas y el desarrollo de energía nuclear.
En vísperas de la firma del acuerdo sobre las bases militares, el presidente ruso Dimitri Medvedev selló una alianza con su homólogo ecuatoriano Rafael Correa, otro duro contradictor de la presencia estadounidense en Colombia.
Quito rompió relaciones con Bogotá en marzo de 2008 a raíz de un ataque contra la guerrilla de las FARC en Ecuador, que dejó 25 muertos.
Estados Unidos empezó a negociar el acuerdo con Colombia luego de que Correa pusiera fin al convenio que permitió a ese país operar la base antidrogas de Manta en territorio ecuatoriano durante diez años.
Los vínculos con Latinoamérica “se han fortalecido netamente y le vemos mucho sentido porque (…) desearíamos desarrollar relaciones amistosas y completas” con toda la región, dijo Medvedev tras recibir al presidente ecuatoriano, al que venderá dos helicópteros militares Mi-171E.
Moscú también ha estrechado lazos con Bolivia y Argentina para el suministro de armamento y la explotación de hidrocarburos, y puja por un contrato de venta de aviones caza SU-35 al gobierno brasileño.
Además, el presidente ruso visitó hace un año Venezuela, Cuba, Brasil y Perú, y días antes buques de su país realizaron las primeras maniobras militares en el Caribe desde el fin de la Guerra Fría.
“Rusia quiere incidir en Latinoamérica en represalia por la influencia estadounidense” en la ex órbita soviética, afirmó Espinosa, recordando el apoyo de Washington a Georgia en el conflicto con Moscú.
Asimismo, las alianzas con el Kremlin pueden constituirse en una “respuesta al convenio entre Colombia y Estados Unidos”, señaló por su parte a la AFP Vladimir Sierra, de la Universidad Católica de Quito.
Empero, los analistas no ven en el horizonte una disputa político-militar entre las dos potencias, si bien su posicionamiento recuerda la Guerra Fría.
“Ahora la disputa es por dominios económicos y tecnológicos”, indicó Sierra.