La cantidad de grupos extremistas o paramilitares de extrema derecha se triplicó en 2009 en Estados Unidos, un auge alimentado por la elección del primer presidente negro en la historia del país, y por la crisis económica, revela el estudio anual de una asociación.
El Southern Poverty Law Center, que supervisa estos movimientos, enumeró el año pasado 512 grupos activos, contra 149 en 2008. De ese total, 127 eran verdaderas milicias paramilitares, contra 42 el año anterior.
La cantidad de grupos de autodefensa anti-inmigrantes pasó de 173 a 309.
“Hemos constatado una explosión de la cantidad de milicias y del movimiento patriota antigubernamental en general”, explicó Mark Potok, que dirige el Southern Poverty Law Center.
“Se trata de un movimiento que percibe al Estado como el principal enemigo público y se deja convencer por muchas teorías sobre presuntos complot”, añadió Potok. “Para ellos, el Estado es parte de una conspiración malhechora que decidió eliminar a los estadounidenses”.
La actividad de la extrema derecha estadounidense está en el ojo de la tormenta desde el atentado contra un edificio administrativo federal de Oklahoma City (sur) que provocó 168 muertes en 1995. No obstante, la influencia del movimiento pareció menguar cuando no se concretó la teoría sobre el fin del mundo el 1 de enero del 2000.
Según Potok, la “explosión” en la cantidad de grupos extremistas y racistas en 2009 se debe a la elección de Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos, el primer presidente negro que tuvo el país, pero también a la crisis financiera, que provocó que se dispararan el desempleo y el endeudamiento.
Algunos de los proyectos presidenciales, en particular la reforma del sistema de salud, a menudo son calificados por estos grupos como “fascistas” o “socialistas”, lo que equivale a un insulto en el contexto político estadounidense.
“La recesión y el desempleo afectaron a mucha gente y los hizo rabiar, buscan una explicación”, opinó Potok.