A 1.500 metros de profundidad bajo el mar media docena de robots submarinos, cuyos faros a penas logran iluminar la zona, están enfrascados en una carrera contrarreloj para frenar la marea negra en las costas estadounidenses.
En uno de los universos más hostiles para el ser humano, estas máquinas ultrasofisticadas y piloteadas desde la superficie, tratan de activar una válvula de 450 toneladas para frenar la fuga principal de petróleo provocada por la explosión y naufragio de una plataforma petrolífera hace dos semanas frente a las costas de Luisiana.
“Como pueden imaginar, es como hacer cirugía cardíaca a 5.000 pies (1.500 metros) de profundidad, a oscuras y con robots submarinos”, explicó Lamar McKay, el presidente de BP America, empresa explotadora de la plataforma, ante la cadena de televisión ABC.
“En una escala de complejidad le daría un 9 (sobre 10)” a estas operaciones submarinas, declaró el almirante Thad Allen, comandante de los guardacostas.
“Uno de los auténticos problemas que tenemos en esta zona es lo que calificaría de tiranía de la profundidad”, dijo Allen, a quien el presidente estadounidense Barack Obama encargó el pasado sábado la coordinación de todas las operaciones de lucha contra la contaminación.
Desde el naufragio se han vertido decenas de miles de litros de crudo (la cifra exacta es imposible de establecer) que amenazan el litoral del estado de Luisiana, que se encuentra a unos 80 kilómetros de la mancha.
Pero si a 1.500 metros de profundidad “la boca del pozo se rompe, el vertido podría superar los 16 millones de litros diarios”, advirtió Allen, en declaraciones a la cadena CNN.
Los ingenieros buscan ideas para tratar de detener el derrame o limitar los daños y están proyectando la construcción de una campana gigante para confinar el petróleo y poder bombearlo hacia la superficie.
Según M. McKay, esta campana podría desplegarse de aquí a seis o ocho días, aunque la implementación des dispositivo será difícil.
Otro método que será puesto en marcha en paralelo consiste en excavar un segundo pozo, lo que permitiría hacer bajar la presión en el pozo principal y eventualmente colmatarlo.
Pero se trata también de una operación complicada a esta profundidad, además de necesitar hasta tres meses de trabajos, según las autoridades.
Los ingenieros también estudian otra estrategia: inyectar productos químicos para dispersar el petróleo en el fondo y evitar así que manchen las costas. Se ha llevado a cabo una prueba de este sistema, pero los resultados no han sido publicados.
Ya en la superficie, el trabajo que consiste en destruir las capas de petróleo con un disolvente o a tratar de impedir que lleguen a la costa rodeándolas con flotadores es prácticamente imposible.
Otra de las alternativas que se puso a prueba el pasado miércoles con cierto éxito fue la quema de una parte de las manchas de petróleo, aunque las malas condiciones meteorológicas en el Golfo de México crean serias dificultades.
El almirante Allen advirtió este sábado que si se pierde todo el yacimiento de petróleo estaríamos hablando de un vertido de 100.000 barriles diarios más por día