Sin la disciplina ni el interés que poseía su padre, Carlos IV heredó el trono español.
El rey delegó el ejercicio del poder en el ministro Manuel Godoy, quien comprometió a España en apoyo a la Francia de Napoleón Bonaparte, convirtiéndola en su aliada en su lucha contra Inglaterra.
Para reponerse de los gastos originados por la guerra y seguir apoyando a Francia, el rey instruyó a Godoy para obtener dinero a costa de los súbditos de las colonias: ordenó la expropiación y el pago inmediato de los créditos que los americanos tenían con la única institución crediticia existente, la iglesia, llevando a la mayoría a la quiebra.
En 1808 Napoleón invadió España.
En respuesta, el pueblo español decidió oponer resistencia, además de exigir la abdicación del rey, que se había mostrado incapaz de evitar y contener la invasión.
Carlos IV tuvo que abdicar en favor de su hijo Fernando VII. Esta situación llevó a los reinos americanos a plantearse la necesidad de conseguir su independencia de España