¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi?
¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi? Tú eres el enfrentamiento más lúcido al autoritarismo presidencial, el enfrentamiento más lúcido a las actitudes absurdas cuando no corruptas de las dos cámaras, el enfrentamiento más lúcido a los abusos del poder, la denuncia más ingeniosa y persuasiva de las actitudes y del lenguaje de los polÃticos, tú nos has hecho brindar contigo y sonreÃr con tu â??Por mi madre bohemiosâ?, que tiene tantos años de vida. Tú eres el enfrentamiento a nuestra clase polÃtica y a nuestra clase empresarial, tú confrontas decisiones y declaraciones tramposas e irreales y te indigna que nuestros tiempos sean los de la impunidad.
Tu mensaje esencial es el de la pérdida de majestad del poder presidencial, tu mensaje esencial en 1985, durante los dos terremotos, fue enseñarnos que a la hora de la desgracia podÃamos organizarnos solos y hacerlo con más nobleza y más eficacia que ninguna instancia en dar como lo hicimos, si corrÃamos nosotros la suerte de todos, si corrÃamos a buscar picos y palas a la tlapalerÃa, tu mensaje fue ennoblecernos y hacer que creyéramos en nosotros mismos, porque tú eres la nobleza misma, el compromiso mismo, la defensa de los derechos humanos, la indignación y el llanto en Acteal, la frase que alguna vez exclamaste tú que jamás, jamás decÃas groserÃas: â??¡Ahora sà que no tienen madre!â?
¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi? ¿Cómo vamos a entendernos? ¿Cómo vamos a comenzar el dÃa sin tus llamadas telefónicas? ¿Cómo sin tu risa entrañable? A todos nos dabas algo temprano en la madrugada y amanecÃamos con tus consejos, tus crÃticas, tu bárbara e inconmensurable información.
Ya a las siete habÃas leÃdo todos los periódicos pero también, Monsi, habÃas leÃdo todos los poemas, habÃas analizado todas las noticias, pero también habÃas escrito tu â??Nuevo catecismo para indios remisosâ?, ya a las ocho de la mañana tenÃas una idea muy clara de hacia dónde se encaminaba el gobierno, qué nueva felonÃa nos esperaba pero sonreÃas porque habÃas salvado con un solo telefonazo a un gato o a un perro o a un toro o a un niño o a una mujer o a un muchacho desbalagado en esta vida entre el Metro Portales y el Villa de Cortés.
¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi, cómo vamos a seguir? Nunca entendimos cómo pudiste estar en tres o cuatro lados al mismo tiempo. Tu don de la ubicuidad abarcaba la pintura, la poesÃa, el humor, la crÃtica, la lucha por la justicia, el amor a los demás. Tu don de ubicuidad y tu capacidad creativa â??incomprensible para mÃâ?? te hizo recoger lo más bello de México para fundar museos y hacer libros, porque antes que el del El Estanquillo, que todos llamamos â??Monsiváisâ?, hiciste otras colecciones, otros museos, investigaste en otros archivos, recuperaste a Leopoldo Méndez y a todo el Taller de Arte Popular, luchaste con ellos contra el fascismo como luchaste al lado de los moneros, de Gabriel Vargas y La Familia Burrón, de Rius, de El Fisgón, de Hernández, de Rocha, de Ahumada, de Naranjo, que ahorita ha de estar mirando incrédulo la pared de enfrente, en su restirador.
Si la sociedad que se organiza, si el cine mexicano, si la trivia, el pudor y la liviandad, si los movimientos sociales son tus grandes temas, el Movimiento Estudiantil del 68 es el que nos atañe a todos, es la punta de flecha del cambio que tú buscas, el de la protesta popular y el de la resistencia civil.
Luchaste como nadie contra la desinformación, viajaste por todo el paÃs, ibas de Oaxaca a Hermosillo, la frontera para ti, Tijuana, Ciudad Juárez, Laredo, fueron ciudades que te brindaron algunas de tus grandes emociones y tus grandes preocupaciones. Fuiste consulta obligada, fuiste pilar del Proceso de don Julio Scherer GarcÃa y fuiste un observador muy atento de la la lucha contra el narcotráfico y un defensor absoluto del Estado laico. En cambio, te sorprendió y te alegró que los mexicanos demostraran en el Zócalo su respeto por sà mismos y su posibilidad de nacer de nuevo y ser otros al posar desnudos frente a Spencer Tunick.
¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi? Aquà caminamos a tu lado, sonreÃmos contigo, cantamos contigo, a ti te gustaba cantar y eras muy entonado, te gustaba reÃrte y reÃr contigo nos hacÃa sentirnos casi dioses. Aquà nos tienes a todos desolados y conmovidos, aquà nos tienes destanteados, aquà nos tienes dolidos hasta la médula preguntándote: ¿por qué nos hiciste eso? Y si nos hiciste eso, ¿por qué no nos preparaste mejor?
Aquà están doña MarÃa, Bety y Araceli y Marta Lamas y Jesus y Raquel y Chema y Lilia y Jenaro y Alejandro y Rolando, y Neus y Cheli y Julia y Sabina y Javier y Braulio y Margo y Alejandra y Enrique, y no está BolÃvar porque se te adelantó, a lo mejor lo vas a ver, a lo mejor abrazas a Saramago, con quien viajaste a Chiapas en los noventas. A la que sà vas a ver, seguro, es a doña MarÃa Esther, que supo educarte como a nadie, que te hizo leer la IlÃada desde muy niño, que te enseñó la biblia de memoria, que te hizo pensar como piensas ahora, con esa inmensa inteligencia que a todos nos deslumbra.
¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi? Tú nos abriste puertas a otros mundos, a un mundo raro como ironizarÃas en este momento, tú te lanzaste antes que nosotros, tú defendiste las causas de los más indefendibles en el sentido de que nadie los cuida, tú nos abriste puertas antes impenetrables. Soy una señora de 78 años, con 10 nietos tras de mÃ, y quiero decirte que nada en los últimos meses de tu enfermedad me ha conmovido tanto como el amor que te tiene Omar. Su dolor te honra, su entrega es tu trofeo y a mà me hace entender lo que significa la existencia real del amor sin lÃmites, el amor que no tiene fronteras sexuales y ese amor me enaltece como enaltece a todos los movimientos de reivindicación o de identidades diversas en mi paÃs, en tu paÃs, en el paÃs de todos nosotros que estamos aquà de pie a tu lado, caminamos a tu lado y vamos a seguir, juntos codo a codo denunciando lo que tú denunciabas y celebrando la congruencia, la ironÃa, el compromiso, el clamor por la transparencia, el â??No sin nosotrosâ? de 1996 y el â??Nunca más un México sin nosotrosâ? de los indÃgenas de Chiapas.
¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi? Tus causas serán nuestras causas, tu defensa de las minorÃas, nuestra defensa, no seremos estatuas de sal, somos, eso sÃ, tus amores perdidos, pero tú siempre serás el gran amor que enaltece y que todos buscamos en la vida.
¿Qué va a hacer México, sin ti, Monsi?
por mi la poniatowska se puede ir a chingar a su madre junto con el pejendejo, como que Monsi, pinche vieja irrespetuosa, sus pendejas palabras son de anciana hipoxica, y la gente que le hace caso, han de tener el cerebro mas chico que una culebra, de verdad como permitimos a estos pendejos crecer como la Elena y el Andres Manuel Lopez Obrador.