Científicos daneses afirman que los problemas de fertilidad en los padres no pueden explicar el riesgo de parálisis cerebral de niños nacidos tras procedimientos in vitro.
La Universidad de Aarhus descubrió que las parejas que tenían problemas para engendrar naturalmente presentaban riesgos similares a aquellos que lo lograron rápidamente.
Sin embargo, lo que los científicos daneses descubrieron es que el riesgo de parálisis cerebral es mayor en los bebés nacidos con la ayuda de la fertilización in vitro.
Otras causas potenciales, tales como el tratamiento mismo, deberían ser investigadas, señalan los científicos. Los expertos del Reino Unido dicen que a pesar del bajo riesgo, el asunto debe tomarse seriamente.
La seguridad del procedimiento in vitro, y de otros tratamientos de fertilidad, ha sido controlada de cerca desde el nacimiento del primer “bebé de probeta” en los ’70.
A medida que aumenta el número de bebés in vitro, las preocupaciones iniciales sobre los problemas de desarrollo han desaparecido; sin embargo, lo que se mantiene alto son las tasas de parálisis cerebral.
Hay varias posibles razones, incluyendo el que haya más riesgo de complicaciones en los embarazos múltiples, los que hasta hace muy poco habían sido mucho más frecuentes cuando el embarazo es producto de un embrión de probeta.
Los médicos tenían la presunción de que las razones que subyacían a la esterilidad podían jugar un papel, pero los más recientes estudios arrojan dudas sobre ello.
El equipo examinó una central de datos de información médica a nivel nacional, con miles de embarazos y nacimientos, informó la revista de Reproducción Humana.
Compararon las tasas de parálisis cerebral en bebés agrupados según cuánto les tomara a sus madres quedar embarazadas después de tratar de concebir.
Este lapso se utiliza como una manera de evaluar la fertilidad. Si el lapso es de un año, esto puede implicar algún tipo de problema, aunque no tan grave como para impedir el embarazo.
Cuando los que “engendraron rápidamente” fueron comparados con aquellos que demoraron más de un año, no hubo diferencia significativa en la tasa de parálisis cerebral.
Sin embargo, un grupo de bebés nacidos después de una fertilización in vitro, o de la técnica en la cual se inyecta la esperma directamente al óvulo, presentaban cerca del doble del riesgo de parálisis cerebral comparados con aquellos padres que lograron engendrar rápidamente.
El riesgo promedio no era alto, aproximadamente 1 cada 176 bebés nacidos, aunque la cifra representa una cantidad significativa al ponerla en relación con los 12.000 bebés nacidos, cada año, en el Reino Unido, después de la aplicación de técnicas de fertilización in vitro.
El doctor Jin Liang Zhu, quien lideró el estudio, dice: “Nuestra investigación nos permitió examinar si la baja fertilidad sin tratamiento, medida por el tiempo que ésta demoró hasta el embarazo, podría ser la razón para un mayor riesgo de parálisis cerebral después de las técnicas señaladas.
“Nuestro resultados demostraron que no era el caso ya que, incluso para las parejas a las que les tomó más de un año engendrar, no hubo un aumento del riesgo estadísticamente significativo.”
El investigador afirma que los padres deben recordar que el aumento del riesgo continúa siendo muy bajo.
El otro factor sospechoso en el aumento de la parálisis cerebral lo constituyen los embarazos múltiples, los que acarrean una mayor cantidad de problemas tanto para la madre como para los bebés, e implican, muy frecuentemente, un nacimiento prematuro.
Un reciente estudio llevado a cabo en Suecia indica que la tendencia, en los últimos años, de implantarle a la mujer un embrión en vez de dos como parte del proceso de fertilización in vitro, estaba reduciendo el número de niños nacidos con parálisis cerebral.
El profesor Karl Nygren, uno de los autores de ese estudio, dijo que el riesgo extra “puede haber desaparecido” en los países que implantan un solo embrión.
No obstante, el profesor Richard Fleming, del Centro de Medicina Reproductiva de Glasgow, afirmó que la dificultad seguía presente.
“Está claro que el asunto persiste. Aunque los riesgos sean muy bajos para los bebés, son lo suficientemente altos como para merecer un estudio más amplio.
“La implantación del embrión único mejorará las cosas, pero no resolverá enteramente el problema”