Un mural de 129 metros de largo, elaborado por la Asociación de Justicia y Reconciliación (AJR) , busca impedir el olvido del genocidio que perpetró el ejército contra la población Achi de Rabinal, duramente golpeado durante el conflicto armado (1960-1996) en el norte de Guatemala.
A más de 28 años de las matanzas, la AJR de Guatemala, se dio a la tarea de recopilar información y fotografías de unos 2 mil hombres, mujeres, ancianos y niños que fueron capturados, asesinados o desaparecidos por los militares.
La idea de esta obra, según explicó a Efe José Roberto Morales, del Centro de Acción Legal para los Derechos Humanos (Caldh) , es “recuperar la historia del pasado” para “vencer el olvido y no exista el ‘memoricidio’ (perder la memoria del genocidio)” .
El mural, dijo su diseñadora, la puertorriqueña Alayna Wool, contiene sólo una cuarta parte de información de las víctimas que se cobró la guerra en Rabinal, que tiene unos 42 mil habitantes de la etnia Achi.
Decenas de hombres y mujeres se agolparon el miércoles para observar la inauguración de la obra, que además de las matanzas, cuenta la historia, tradiciones y cultura de esta comunidad indígena anclada bajo agrestes montañas.
La masacre en Plan de Sánchez y la de Río Negro, con 198 y 150 víctimas, respectivamente, son sólo algunos de los horrores de la guerra plasmados en el mural, que también da cuenta de 137 niños desaparecidos durante el conflicto.
Marcelino Sacol Tuj llegó desde el lejano departamento norteño de Petén, a donde huyó en 1981 junto con sus siete hijos luego de que el ejército capturó y asesinó ese año a sus padres, Mariano e Isabel, a los que acusó de ser guerrilleros.
“El pobre de mi papá estaba trabajando en la agricultura. A mi también me capturaron y me amarraron con un lazo, pero me escapé y salvé mi vida” , recordó Marcelino, de 64 años.
“En ese momento (de la captura) me entregué a Cristo y le oré a San Miguel Arcángel (el Santo de su devoción). Sentí un fuego en el cuerpo que me dio fuerza y se soltó el lazo. Me quité los caites (sandalias de hule) y mi sombrero, los ejércitos entraron en sueño y salí corriendo. Ahora doy gracias a Dios porque estoy viviendo” , dijo.
En Petén, Marcelino conoció en 1996 a María Marcelina Chen, que también había huido junto con sus cinco hijos de Rabinal 15 años atrás, luego de que los militares capturaran a su esposo Mateo Tecú, que forma parte de la lista de los desaparecidos en el mural.
“Sufrimos demasiado. Sólo conseguía comida para mis hijos. Cada vez que vengo aquí (a Rabinal) me pongo a llorar porque no quiero dejar a mi pueblo” , comentó María a Efe con su rostro lleno de lágrimas.
Marcelino y su ahora esposa María, sólo visitan una vez cada año la población de Rabinal para dejar flores en el cementerio.
“Nuestras comunidades eran alegres, sin violencia” , rezan los escritos en el mural, en donde se señala a comisionados, patrulleros civiles y la inteligencia militar, de ser responsable de las masacres en la población Achi.
“Los desaparecidos siguen en nuestros corazones, sus rostros aún permanecen en nuestra memoria y continuamos preguntando ¿dónde están?” anotan.
Según los relatos, los militares bombardearon las comunidades, violaron a las mujeres jóvenes, quemaron a los habitantes, desaparecieron a los niños y arrasaron las aldeas.
“Su inocencia no bastó, les arrebataron sus sueños. Ellos eran jóvenes, algunos no vieron la luz del sol, eran humildes que soñaron tener una vida feliz y tener familia, pero llegaron las personas de la plaga verde (los soldados) y los eliminaron” , dice otra historia del mural.
Las más de 20 matanzas perpetradas en Rabinal forman parte de las 669 masacres que documentó la Comisión del Esclarecimiento Histórico (CEH) en su informe “Memorias del Silencio” de febrero de 1999.
El conflicto armado, que dejó unas 250 mil víctimas, entre muertos y desaparecidos, acabó el 29 de diciembre de 1996 con la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno y la guerrilla, pero Rabinal ahora tiene su mural para no olvidar el pasado sangriento que vivió su pueblo