La impunidad que campea en la entidad ha orillado a que decenas de mujeres tengan que investigar las desapariciones o asesinatos de sus hijas, hermanas o madres.
Sus casos son menos conocidos que los de Isabel Miranda de Wallace â??quien logró la aprehensión de los homicidas de su hijoâ?? o Marisela Escobedo â??asesinada hace diez dÃas, tras exigir castigo para el asesino de su hijaâ??, pero igual de dramáticos y complicados.
Norma L., Evangelina A., MarÃa de los Ãngeles J., May ra V., Rosa Elia R. y Virginia B. son algunas de las mujeres â??plenamente identificadas por este diario, pero cuyos apellidos se omiten por seguridadâ?? que han devenido detectives y abogadas de facto porque el Estado les falló.
Todas han padecido el doble viacrucis del crimen y de la impunidad. La mayorÃa ha arriesgado su vida y algunas la han perdido. Sólo unas pocas han logrado que se haga justicia.
â??Para los policÃas es lo mismo: a las mujeres las matan o golpean porque se lo buscaronâ?, dice una activista.
Otra madre le espeta a las autoridades: â??Con ustedes, sin ustedes o contra ustedes, vamos a seguir luchando por encontrar a los asesinos de nuestras hijasâ?.
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