Beatriz González RubÃn
… la ciudad, rota en mi frente, despeña su discurso incoherente.
Octavio Paz
La ciudad de México no es ciudad como todos creemos, es una selva donde predomina la ley del más fuerte. Pretender ser amable y gentil puede ser sinónimo de estupidez. Y no, querido lector, no soy pesimista o imagino lo que no existe, simplemente manejo y transito por esta ciudad todos los dÃas.
Estoy convencida que el tráfico mejorarÃa considerablemente, por lo menos un 50% si los automovilistas fueran un poco educados y se comportaran cÃvicamente, palabra que por supuesto está en desuso, o simplemente es desconocida para la mayorÃa.
Microbuseros que utilizan el carril confinado del metrobus en el pequeño tramo de Insurgentes en el que tienen acceso; taxistas y automovilistas que reaccionan inmediatamente si pones la direccional aventando el coche y acelerando; mamás que manejan inmensas camionetas que son directamente proporcionales a su status social, que se paran en segunda y hasta tercera fila para recoger a sus retoños; juniors que manejan autos espectaculares, que aceleran como locos, en un Periférico que otrora fuera vÃa rápida y en la actualidad es un inmenso estacionamiento lleno de obras viales, policÃas que ignoran las faltas automovilÃsticas por flojera o simplemente porque tienen cosas más interesantes que hacer; los mismos policÃas, que aceptan mordidas y sobornos para no poner una multa; baches, hoyos inmensos que acechan las llantas de nuestros autos cuando manejamos ligeramente distraÃdos del pavimento; bocinas que inundan con su asqueroso ruido las calles; infinidad de obras viales que prometen ser terminadas un dÃa; lava parabrisas que esperan el menor momento de distracción para llenar con su chorro de agua mugrosa los vidrios y que se indignan si les niegas una moneda; vende chiches, mujeres cargando bebes de meses que piden limosna, traga fuegos, malabaristas, y demás especÃmenes que atacan a todo aquel que se atreva a manejar, son algunos de los peligros a los que nos enfrentamos diario aquellos que tenemos la suficiente locura o poca cordura de tener automóvil.
Nos quejamos de esos que nos gobiernan, criticamos hasta el cansancio a los diputados y senadores que pelean en la cámara, pedimos juicio polÃtico para el presidente, odiamos la situación de nuestro paÃs, alabamos a los paÃses del primer mundo sin ser conscientes que los paÃses no se hacen solos, han llegado a ser lo que son por sus presidentes, senadores, diputados, pero sobre todo por su gente común y corriente que es educada y practica diariamente las reglas de educación aunque se sitúen detrás del volante.
Vamos poniendo de nuestra parteâ?¦