Perdonen ustedes queridos lectores, pero el dÃa de hoy comparto reflexiones que tal vez deberÃa de guardarlas para mÃ. Si es un hecho, son personales, pero de alguna manera son sentimientos universales. El que esté libre de culpa que arroje la primera piedra.
Estoy a un mes y un dÃa de cumplir 50 años. Oh Dios mÃo que rápido se ha pasado la vida, por más que busco y busco no encuentro a donde se fueron los años y sobre todo a una velocidad vertiginosa.
Tal vez, y sólo tal vez, algunos de ustedes, los que me leen de vez en cuando se sorprenden de saber lo vieja que soy, puede ser que lo que escribo no revele mi edad, pero déjenme decirles que yo también me sorprendo, mi corazón, anhelos, sentimientos, deseos, esperanzas y emociones siguen siendo jóvenes, tan diáfanos como los de una quinceañera (que cursi, lo sé, lo pensé primero que ustedes). Y cómo dicen por ahà en los pueblos: â??El corazón no envejece, el cuero es el que se arrugaâ?.
Mirar hacia atrás, ver lo que hemos vivido, es muy similar a presenciar una pelÃcula que no tiene un género definido: muchas partes estas construidas alrededor del melodrama, otras tantas son comedia y no cualquiera, más bien negra y claro de repente hay unos tintes de terror, de ese que asusta y nos hace cubrirnos el rostro con las manos o con la manta que nos protege del frio.
Llegar a los cincuenta es raro, te hace que inevitablemente hagas un â??recuento de los dañosâ? como dirÃa la nobel Trevi, te sitúa en un momento donde definitivamente tienes que tomar decisiones, ya no tenemos tanto tiempo para gastar ni para derrochar. Lo que viene (y no me estoy tirando al drama, ni nada por el estilo) es la recta final, o le metes velocidad y fuerza o simplemente no llegaras a la meta como siempre soñaste hacerlo.
Los años pasan y más rápido de lo que creen, asà que hoy simplemente los invito a disfrutar aquello que estén viviendo por más difÃcil y nefasto que les parezca. Créanme pasa, todo pasa y sobre todo la vida.