Me preguntaron hace unos días ¿cuál sería tu escape predilecto? y en la mesa en donde se departía la cena, algunos dijeron que la playa, otros que las montañas, unos más hablaron del extranjero, yo simplemente, dije que donde vivo, ha sido mi mejor escape al grado que me mudé.
Desde hace años solía con compañeros de la escuela venir a Morelos, no teníamos tanto dinero como para llegar a Acapulco ni tampoco queríamos irnos a lugares sin las condiciones idóneas de clima para pasarlo bien, y Morelos es conocido como la primavera de México.
A 45 minutos de la Ciudad de México, los viernes si nos habíamos portado bien, los padres del grupo de amigos nos daban permiso para aterrizar en la casa de alguno de ellos, así es como llegábamos a un viernes de póquer y diversión entre amigos; los sábados con la llegada del resto del grupo, por la noche nos íbamos de fiesta y baile.
El domingo era dormir hasta tarde, asar la comida en el jardín y agotar los minutos antes de tener que regresar a la Ciudad de México, en la alberca de la casa, siempre con una temperatura agradable y un sol espectacular, todo esto, me dejaba ese gratísimo sabor de boca para querer repetirlo la próxima semana o al menos, dos semanas mas adelante.
Ahora en mi edad adulta, me mudé a Morelos, es un paradisíaco lugar, con una oferta turística incomparable, además de la cercanía de la Ciudad de México; el Lago de Tequesquitengo conocido también como el Mar de Morelos, el jardín contemplativo más grande del mundo (de donde son las fotos que acompañan este escrito, cortesía de mi amigo Francisco López), eventos culturales a elegir en todo el estado, la ruta de los conventos, que es conocida a nivel nacional y a pesar del cambio climático, su hermoso clima entre 25 y 36 grados todo el año, hacen que Morelos sea desde hace años, #miescape favorito.