Para muchos turcos, este crimen ha sido el colmo. La muerte de Özgecan Aslan, una estudiante de 20 años violada, asesinada y después quemada, ha provocado una ola de indignación en Turquía contra el régimen conservador islamista, al que acusan de negligencia.
Desde que se descubriera el cuerpo de la joven Özgecan Aslan el viernes cerca de Mersin (sur de Turquía), miles de personas, hombres y mujeres, han salido a las calles de las grandes ciudades del país para expresar su cólera y denunciar el recrudecimiento de la violencia contra las mujeres en Turquía. Este lunes, las asociaciones feministas invitaron a los turcos a llevar luto y las redes sociales se llenaron de mensajes que instaban a las víctimas a romper su silencio agrupados con la etiqueta ‘#sendeanlat’ (‘cuéntalo tú también’ en turco). “Esto no puede continuar. Las agresiones y asesinatos de mujeres se han convertido en una banalidad en Turquía”, se lamenta a AFP Bilge Dinler, una arquitecta de Ankara con traje oscuro y guantes negros. El presentador estrella de la cadena CNN-Türk, Hakan Celan, se unió al movimiento vistiendo también de negro. “Esto es un crimen innoble, siento vergüenza como hombre”, dijo este lunes en antena.
Declarada desaparecida el 11 de febrero, Özgecan Aslan fue hallada muerta dos días después en un río de su ciudad natal, Tarsus, en el sur. Según la prensa local, la joven fue violada y después asesinada a golpes con una barra de hierro por el chófer del minibús que la llevaba de la universidad a su casa. Con la ayuda de dos cómplices, el presunto violador, Ahmet Suphi Altindoken, cortó las manos de su víctima y prendió fuego al cuerpo para hacer desaparecer cualquier resto de ADN. Rápidamente identificados, los tres sospechosos fueron inculpados y encarcelados el domingo. Desde el entierro de la estudiante el viernes, las muestras de indignación se han multiplicado por todo el país y han tomado un cariz muy político.
El jefe del principal partido de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata), ha achacado el aumento de la violencia machista a la “moral” religiosa del Partido de la justicia y el desarrollo (AKP), en el poder desde 2002. “El AKP llegó al poder con el argumento de que la moralidad había sufrido numerosos golpes (…) pero la democracia y la moral han derramado mucha sangre durante estos años”, lamentó el domingo su líder, Kemal Kiliçdaroglu. Las declaraciones contra las mujeres del presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, son habituales. Recientemente, consideró “antinatural” la igualdad de género. En la misma línea, el portavoz del Gobierno, Bülent Arinç, desaconsejó a las mujeres que rieran en público por “decencia”.
Según las asociaciones feministas, las muertes de mujeres han aumentado durante los últimos diez años hasta alcanzar casi 300 casos en 2014.
Por su parte, el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, prometió el domingo una “gran campaña contra la violencia contra las mujeres”, así como “cortar las manos” de los autores. Algunos de sus ministros han mencionado abiertamente la posibilidad de un restablecimiento de la pena de muerte, abolida en 2004 a raíz de la candidatura de Turquía para poder ser miembro de la Unión Europea (UE). Una petición en internet, que este lunes ya había recibido más de 700.000 firmas, reclama una “pena ejemplar” contra los presuntos asesinos de Özgecan Aslan.