Para la mayoría de los candidatos a los Óscar, las semanas previas a la ceremonia de premiación parecen un torbellino de estrés. Pero Laura Poitras, nominada a Mejor documental por “Citizenfour”, sobre la historia de Edward Snowden, lo vive como un paseo saludable. Cuando Snowden, el excontratista de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA, en inglés) que reveló un polémico programa de escuchas de Estados Unidos, contactó a la cineasta en 2013, ella vio su vida transformarse en una novela de espionaje.
El período “más riesgoso fue cuando tuve que reunirme con él en Hong Kong” junto con el periodista Glenn Greenwald, el segundo contactado por Edward Snowden, e “inmediatamente después” de llamarla, cuenta Poitras en una entrevista. “Tomé precauciones extremas”, asegura esta directora, y relata que tenía una computadora que sólo consultaba desde lugares públicos. “No tuve teléfono celular durante un año, no quería que me localizaran o escucharan mis conversaciones”, afirma.
En esta experiencia se basa “Citizenfour”, titulada así en referencia al seudónimo que utilizada Edward Snowden, hoy requerido por la justicia de Estados Unidos y asilado en Rusia, para contactarla. Poitras ya ha ganado varios premios con “Citizenfour”, incluido el Bafta (los Óscar británicos) a mejor documental. Un Óscar “permitiría atraer más la atención sobre el problema de la enorme vigilancia” del gobierno estadounidense, asegura. Esta cineasta estadounidenses estima que las revelaciones de Snowden, que le valieron a los periodistas de los diarios The Guardian y The Washington Post un Pulitzer, permitieron “que la gente se dé cuenta de lo que el gobierno hace para recolectar informaciones”.
La polémica filtración generó cambios concretos en la tecnología. Hoy “la gente usa más el encriptamiento (…) La gente es más cuidadosa con su información”. Además, empresas como Google o aplicaciones como Whatsapp ahora encriptan sus informaciones para proteger los datos de sus clientes. Sin embargo, “las agencias de inteligencia se han vuelto fuera de control y se están expandiendo más rápido que las leyes que las regulan”, agregó. “Citizenfour”, tercera parte de una trilogía sobre la “guerra contra el terrorismo” del gobierno estadounidense, fue coproducida por Steven Soderbergh y editada por Mathilde Bonnefoy.
En el filme, Edward Snowden explica a Poitras, Greenwald y Ewen MacAskill, periodista de The Guardian, el sistema PRISM, que la NSA usaba para vigilar información electrónica y de telecomunicaciones. También muestra la paranoia que vive el excontratista, de 31 años, ante las cámaras y los celulares. Su habitación de hotel está semioscura y Snowden se pone ansioso con el ruido. Edward Snowden explica sus motivaciones y su ansiedad ante el acoso que padeció su novia luego de que él huyó de Estados Unidos sin decirle nada, y relatando el reencuentro de ambos en Rusia, donde el exanalista está asilado desde el 1 de agosto de 2013. “La motivación de esta película era contar lo que realmente pasó y por qué tomó los riesgos que tomó para la democracia, ya que la vigilancia puede ser utilizada contra la gente”, subraya la realizadora.
Para Poitras, recibir el premio más prestigioso del cine estadounidense también le daría “probablemente un poco de protección en caso de que el gobierno quisiese (…) forzarme a testificar contra Edward Snowden”. El presidente Barack Obama, “quien ya tiene un historial malo de persecución y acoso a las fuentes de los periodistas o a los denunciantes, no querrá sin dudas ser recordado como alguien que persigue directamente a los periodistas”, subraya.
Con o sin Óscar, el convertirse en una persona mundialmente conocida representa “un arma de doble filo”. “Gente que antes no lo habría hecho, ahora puede contactarme con proyectos, y otra que sí lo habría hecho, como lo hizo Snowden, porque soy relativamente poco conocida para el público más amplio, ya no lo hace porque piensa que estoy demasiado expuesta”.