El senador estadounidense Ted Cruz llegó a ser considerado un ‘loquito’ por sus pares del partido Republicano, por su obsesión con el cierre del estado federal mediante el bloqueo al presupuesto, pero ahora prepara el salto para llevar a su ultraconservadora facción Tea Party a la Casa Blanca.
A apenas dos días del inicio de las primarias, en el estado de Iowa, Cruz aparece ya pisándole los talones al favorito de los sondeos, el millonario Donald Trump, en la disputa por la nominación presidencial republicana.
El abogado de 45 años tiene apenas tres años de experiencia en Washington como senador, pero su condición de ‘rebelde’ tiene éxito entre electores republicanos furiosos con el ‘acomodado’ sector del partido que no desea comprarse demasiados problemas con el presidente demócrata Barack Obama.
Para los políticos y electores del partido Demócrata, Cruz es un demagogo peligroso a quien odiar resulta fácil.
Pero para los sectores conservadores religiosos, Cruz es un patriota, un representante del hombre de a pie mandado al Congreso (y quizá a la Casa Blanca) para defender el ideario de un estado mínimo y apoyo a la iniciativa privada.
Con ello, se convirtió en una suerte de estrella de los sectores más conservadores del partido, y en especial del ultraconservador Tea Party, aunque no son pocos los que lo consideran parte del problema por su insistencia en trabar la actividad del estado federal.
Eximio orador, Cruz ya enfureció a la dirigencia partidaria de más edad por su completa falta de obediencia o respeto por los líderes tradicionales, a quienes les roba cámara cada vez que puede.
En su discurso, Cruz insiste en que el gobierno ha destruido la economía, limitó las libertades religiosas, dejó los derechos constitucionales “bajo asalto”, aplasta a los estadounidenses con impuestos y además desea sacarles sus armas.
“Yo sé como se arregla esto. Y es hacer que Washington deje de destruir todo”, dijo recientemente en un acto.
En septiembre de 2013, Cruz se tornó una celebridad cuando pronunció un discurso de 21 horas de duración para bloquear el Senado y evitar que se discutiera una ley sobre gastos públicos, gesto que tuvo como consecuencia el cierre del gobierno federal por falta de un presupuesto legalmente aprobado.
Este interminable discurso para obtener el cierre del gobierno llevó a la exasperación al veterano senador John McCain, candidato presidencial republicano en 2008, quien clasificó a Cruz y otros legisladores del Tea Party como los “loquitos de la derecha”.