El escritor y periodista mexicano Juan Villoro (Ciudad de México, 1956), subrayó que de unos años a la fecha “ha emergido otra historia de México, movida desde el presente”, tema que le parece fascinante porque, aseguró, “el pasado no está quieto”.
A veces, señaló, tenemos la tentación de pensar porque las cosas ya sucedieron, las hemos comprendido cabalmente y es tema clausurado. “¿Ejemplo?, que los Aztecas fueron de una manera ya inamovible, o que la Colonia transcurrió de un modo, o que la Guerra Cristera pasó de otro”.
Entrevistado por Notimex en el marco del ciclo “Tejiendo la Historia”, que se realizan de febrero a octubre en la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), acotó que le interesa el tema de la historia como un problema a desarrollarse en la narrativa.
“Me interesa observar y comprender hasta dónde los escritores podemos reconstruir, desde la ficción, hechos verdaderos y cómo podemos adentrarnos en el misterio de los sucesos que fueron reales pero que se van comprendiendo sólo a través de la subjetividad de lo que han dicho los testigos”.
La novela histórica intenta recuperar el pasado, explicó, y en la medida de lo posible, “convencernos de que ese pasado ocurrió de esa manera y no de otra. A mí, más que la novela histórica, me interesa la historia como problema narrativo, es decir, cómo desde el presente, abordamos temas históricos”.
Pero más que el hecho, la trascendencia del hecho. Lo interesante es analizar, puso en relieve, “cómo afecta esa indagación del pasado a nuestro presente y cómo repercute en los personajes de nuestras novelas”. Y en ese contexto, se refirió a su celebrada y galardonada novela “El testigo” (2004).
Trata de un investigador literario mexicano, quien ha vivido 24 años en Francia y regresa al país en el momento de la alternancia democrática, cuando Vicente Fox es presidente. Se da cuenta que manera paradójica, el gobierno del cambio está trayendo al presente una reivindicación de temas históricos bastante antiguos.
“Uno de ellos es la Guerra Cristera. La novela se publicó poco antes de que esos temas se comenzaran a mencionar en la arena pública, aunque ya estaban en el aire. Me interesaba ver, desde la novela, cómo una transformación social como esa alternancia de pronto apeló a un pasado y trató de reescribir la historia desde el presente”.
Recordó que los mártires cristeros volvieron a ser importantes. “El entonces secretario de Gobernación, Carlos Abascal, asistió en 2005 al Estadio Jalisco a la beatificación de 13 mártires cristeros. Uno de ellos era el llamado ‘Niño Cristero’ que ahora será canonizado por el Papa Francisco en su visita a México”.
En sus reflexiones, Villoro anotó que de pronto nos damos cuenta que el presente interviene en el pasado, lo reivindica y lo explica de otra manera, muchas veces en aras de modificar la realidad actual.
“El gobierno del PAN, muy cercano a la iglesia católica conservadora, quería, a través de la reivindicación de símbolos católicos cristeros, hablar de una historia soslayada que de alguna manera era la de sus propios mártires”, expresó.
Incluso, señaló en un ejercicio de memoria, eso llegó a la cultura popular, cuando la Señorita México lució un traje regional con la estampa de la Virgen de Guadalupe y motivos cristeros. “Es decir, de pronto, todo aquello de lo que no se hablaba en la discusión pública se volvió materia de análisis”.
Como se sabe, en 2007, Rosa María Ojeda, Miss México, tenía pensado lucir en la gala de Miss Universo un vestido que tuvo que ser rediseñado para despojarlo de motivos violentos. Originalmente mostraba escenas de la revuelta católica contra el Gobierno laico mexicano que tuvo lugar en los años 20 del siglo XX, con saldo de miles de muertos.
El traje de corpiño negro y falda amplia, lucía en ésta a la Virgen de Guadalupe en la parte delantera, y en el resto de su superficie, imágenes de rebeldes católicos ahorcados. El atuendo de completaba con rosarios, escapularios, un crucifijo de gran tamaño como collar, un vistoso sombrero de ala ancha y un enorme cinturón con cartuchos de balas.
“Ese es el tema que me interesa, cómo nosotros, al tratar de contar una historia que inevitablemente tiene que ver con hechos reales, desde el presente tratamos de modificar la percepción que tenemos de los hechos del pasado y cómo nuestros personajes que creen estar actuando siempre en el instante en que están vivos, de pronto se ven afectados por cosas que vienen de muy lejos”.
Haciendo un juego de palabras, el entrevistado elevó la voz para rubricar: “El pasado tiene mucho futuro por delante” y enseguida se dirigió hacia donde el público ya lo esperaba con ansias para escuchar su conferencia “La historia como problema. El mundo de los hechos desde la novela”.
Antes, explicó que “el ciclo intenta reunir a distintas personalidades expertas en campos diversos para que hablen y reflexionen sobre la historia. No necesariamente son historiadores profesionales”.
Marcela Dávalos, Ariel Arnal, Guillermo Zermeño, Salvador Alvarez y Raymundo Mier son otros especialistas que asistirán a externar sus pensamientos.
El ciclo tiene como objetivo mostrar el ámbito del que participan las fuentes documentales en tanto discurso, escritura, horizonte, género o comunicación.
La historia trabaja sobre observaciones de otras épocas. Sobre “observación de observaciones” y, al igual que la literatura, participa de una reflexión sobre el lenguaje y la comunicación social en la que se produce todo texto.
Por ello, la reconstrucción del pasado integra no sólo la óptica del presente de quien reconstruye, sino el horizonte cultural que produjo la materia prima sobre la que trabaja la historia. En consecuencia, la recepción de los destinatarios, contemporáneos y posteriores, de aquella comunicación no puede ser obviada. El pasado es la reconstrucción de una realidad previamente interpretada.
“Tejiendo la Historia” se lleva a cabo los jueves de febrero a octubre del año en curso, a las 17:00 horas, en la Dirección de Estudios Históricos del Instituto nacional de Antropología e Historia (INAH).