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Vallas humanas esperan el paso del Papa para su llegada a la Basílica. Las vallas humanas se siguen unas a otras, codo a codo, por Paseo de la Reforma y a lo largo del llamado Puente Papal, por donde también dejó su huella Juan Pablo II, en espera esta tarde del arribo de Francisco a la Basílica de Guadalupe.
Desde las primeras horas de este sábado han llegado familias enteras para acompañar el paso del pontífice hasta su encuentro en el santuario mariano más importante de América Latina, con la Morenita del Tepeyac.
Sin embargo el de hoy no es un sábado normal para miles de los fieles católicos, pues la fiesta religiosa que invade los alrededores de La Villa parece desbordarse en toda la recién nacida Ciudad de México.
Es así que debido a que la estación del Metro Garibaldi, de la Línea “B” que corre de Ecatepec a Buenavista, permanecerá cerrada todo el día, las familias han aprovechado para caminar y hacer de esta fiesta una convivencia colectiva.
Otros de forma individual buscan reencontrarse, renovar o bien, fortalecer su fe con Dios, según reconoce Mónica Roldán Estrada, soltera, de 73 años de edad.
Ella reconoce que la visita del jerarca de la Iglesia Católica debe ser una oportunidad para que los padres reconozcan que no han hecho su tarea de acercar a los jóvenes a Dios, como lo hacían sus padres y abuelos por generaciones.
“Hoy la sociedad vive otros valores, los problemas de inseguridad y violencia, además de la falta de oportunidades a la juventud los hace que volteen sus ojos a quienes hacen daño al país”, resume con tristeza.
En contraesquina, sobre Reforma y el Eje 1 Norte, un grupo de seis jóvenes de entre 15 y 25 años levanta su improvisada casa hecha con cartón, plástico, tela desgastada y madera, en espera de que les llegue la bendición papal, dicen.
A escasos 100 metros, elementos de las policías Federal y capitalina resguardan la zona de entrada al populoso barrio de Tepito, en la colonia Morelos y su vecina, la colonia Guerrero; también hay decenas de agentes de Protección Civil de Tlatelolco.
Ya sobre los alrededores del atrio guadalupano se mezclan las músicas de mariachi y de danzantes, las porras, los vítores y cantos de los asistentes, muchos de ellos vestidos con los colores papales, amarillo y blanco.
La delegación Gustavo A. Madero dispuso de un grupo de mil personas para orientar a los visitantes que tienen boletos y a quienes carecen de él, para ubicarlos en otras zonas.
Con autoridades capitalinas instalaron 15 pantallas, mediante las cuales dan a conocer la ubicación de los módulos de abastecimiento de agua, apoyo en materia de primeros auxilios y orientación a quienes lo requieran.
Y es que la fe no tiene límites. A lo largo del Puente Papal hasta la Basílica, figuras de cartón de Jorge Mario Bergoglio, el Papa latinoamericano, hacen menos larga la espera de los fieles que con cámara en mano, Ipad o celular, se toman la fotografía del recuerdo.
Ante las largas horas de espera, algunos fieles, los menos, los que no quedaron “atrapados” entre las vallas de seguridad, aprovechan para ir a comprar agua, comer sándwiches o acudir al sanitario.
Ello dado que los vecinos de la zona, acostumbrados a las concentraciones que significan las peregrinaciones anuales al atrio guadalupano, se preparan con anticipación para ofrecer sus productos o sus casas a los visitantes.
Vallas humanas esperan el paso del Papa para su llegada a la Basílica

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