María Orozco está harta del discurso antiinmigrante de Donald Trump. Como miles de latinos, esta mexicana se prepara para iniciar a contrarreloj los trámites para adquirir la ciudadanía estadounidense y poder votar al próximo presidente.
“Me siento amenazada por la situación política”, cuenta Orozco. “La ‘green card’ (tarjeta de residencia permanente) da cierta seguridad, pero las leyes de inmigración cambian constantemente y no sé lo que pueda pasar si gana Trump”.
El aspirante republicano a la Casa Blanca mantiene desde el principio de su campaña una retórica totalmente beligerante contra los inmigrantes latinoamericanos, claves para la economía estadounidense.
Insiste en que expulsará a los 11 millones de indocumentados y obligará a México a pagar un muro gigantesco para evitar los cruces ilegales, además de acusar a los mexicanos sin papeles de ser violadores, narcotraficantes y criminales.
“En los 15 años que llevó aquí, jamás había sentido un clima político tan hostil. Nunca había habido un candidato que, tan abiertamente, reconociera sus planes para deportar a millones de personas, separar familias y crear prácticamente un caos”, explica esta escritora de 36 años, que reside en Los Ángeles.
“Quiero votar en contra de Trump y ser parte de la diferencia”, precisa.
Orozco no es la única que ha tomado esta decisión. Miles de latinos en todo el país se movilizan para abrir sus expedientes antes de mayo, con el objetivo de naturalizarse en un plazo de cinco meses y registrarse a tiempo para votar en las elecciones del 8 de noviembre.
El gobierno de Barack Obama calcula que 8,8 millones de personas califican para obtener la ciudadanía, de los cuales 2,7 millones son mexicanos, el grupo más amplio. Se espera que en estos comicios participen 13 millones de latinos.
California, el estado con mayor población de origen hispano y tradicionalmente demócrata, está recibiendo un gran número de solicitudes. Sólo en el condado de Los Ángeles, que tiene más de 10 millones de habitantes, 750.000 personas cumplen los requisitos.
Pero los actores políticos prestan más atención a Nevada, Colorado, Nuevo México y Florida, estados bisagra donde el voto latino puede ser determinante.
Miles de interesados acuden en estas zonas a eventos masivos para iniciar el proceso, guiados por asociaciones sin ánimo de lucro.
“Siempre ha habido un esfuerzo para impulsar las naturalizaciones”, señala Tara Raghuveer, directora adjunta de National Partnership for New Americans, un organismo que engloba 37 grupos que luchan por los derechos de los inmigrantes.
“Pero estamos aprovechando el conflicto político para movilizar y organizar a las comunidades (…) que están enfadadas y sienten miedo”, asegura.
Juana Salinas dio el primer paso hacia la ciudadanía hace unas semanas en uno de estos actos en Nevada. El primer escollo que encontró fue el coste: cada aplicación vale 680 dólares y para familias numerosas la suma final es prohibitiva.
“Es mucho dinero para nosotros, pero esta vez sí nos la sacamos”, dice esta mujer de 58 años, nacida en el estado mexicano de Chihuahua y que trabaja en un hotel de Las Vegas (Nevada) desde hace casi dos décadas.
“Lo que dice este señor (Trump) de nosotros es terrible y la única manera de callarle la boca es votando”, apunta.
Al margen del precio, la desinformación y la apatía son los otros factores que históricamente han frenado a las personas que califican.
“La gente no sabe que la ciudadanía es lo único que te protege de la deportación y tampoco sabe que permite legalizar a los familiares más cercanos”, indica Jorge-Mario Cabrera, portavoz de la asociación angelina CHIRLA.
Consciente de este problema, la Casa Blanca lanzó hace seis meses la campaña “Más Firme, Más Fuerte” en casi medio centenar de ciudades en todo el país para fomentar la obtención de la ciudadanía.
Pero más allá del rechazo que genera Trump, sus mensajes han avivado las ganas de los latinos de presumir de patriotismo estadounidense.
“Yo realmente quiero a este país”, subraya Orozco. “Estoy muy contenta aquí y me daría muchísima tristeza tener que irme. Esta es mi casa”.