La introducción de tabletas y computadoras en la escuela no mejora sustancialmente el rendimiento ni en lenguaje, sino que produce otros efectos, quizá más notables como la ampliación del horizonte informativo y comunicacional, manifestó Néstor García Canclini, investigador del Departamento de Antropología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
También crea dificultades, “sobre todo para la pedagogía preexistente” respecto de “cómo rehacer la escuela, las interacciones maestro-alumno cuando son estos últimos los que van a alfabetizar digitalmente a los maestros”, por ejemplo.
Expuso que en la historia de la educación y la promoción cultural en América Latina no ha existido emprendimiento de alfabetización o desarrollo cultural que se haya expandido de manera tan veloz y en tan poco tiempo, como el desplegado por el gobierno de Uruguay en 2007 para proveer de computadoras portátiles a los niños en edad escolar.
García Canclini encabezó la presentación del libro Familias pobres y computadoras: claroscuros de la apropiación digital, de las doctoras Rosalía Winocur Iparaguirre, investigadora de la UAM, y Rosario Sánchez Vilela, docente de la Universidad Católica de Uruguay.
El profesor distinguido de la UAM indicó que iniciativas extraordinarias como las impulsadas en la época vasconcelista tenían un ritmo más lento y llegaban “a las poblaciones alejadas de otra manera”.
García Canclini mencionó la necesidad de evaluar desde la investigación los efectos, los avances y las dificultades del Plan Ceibal aplicado en 2007 en el país sudamericano.
“Estamos ante una experiencia histórica de modificación muy acelerada”: la relación maestro-alumno y alumno-familia, tal como documenta el libro, que expone testimonios y la euforia que puede producir la aparición de tabletas o computadoras.
Pero también la incomodidad de los adultos, las expectativas a veces desmesuradas del avance educativo y la mejor preparación del egresado para conseguir trabajo.
Además son necesarios instrumentos cualitativos distintos para valorar esta nueva articulación que surge, al menos de la experiencia en Uruguay, entre tres grandes procesos: la brecha digital, la desigualdad económica y social, y la diversidad cultural.
Raúl Trejo Delarbre, miembro del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, opinó que el Plan Ceibal es una política de Estado “flexible y abierta” que no dice “lo que los niños deben aprender”.
Aunque las tabletas están equipadas con un software específico, los menores de edad las pueden usar para lo que ellos decidan, desde descargar información de Internet hasta conversar entre ellos.
Consideró que el hecho de que un niño tenga una computadora en casa va mucho más allá de las actividades de carácter escolar, porque existen formas diversas de apropiación y, en ese sentido, el maestro debiera “pelear por no perder un lugar en la intermediación en el proceso de apropiación del conocimiento”.