El presidente francés, François Hollande, recibió este miércoles a los principales líderes religiosos de Francia, al día siguiente del degollamiento de un sacerdote católico en una iglesia por miembros del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Hollande busca evitar tensiones entre las comunidades religiosas en un país en luto por este nuevo y brutal ataque, menos de dos semanas después de la masacre del 14 de julio en Niza en la que murieron 84 personas.
El martes, dos atacantes irrumpieron en una iglesia de Saint-Etienne-du-Rouvray, una pequeña ciudad del noroeste de Francia, durante la misa de la mañana, tomaron a seis rehenes y degollaron a un cura de 86 años.
Uno de los dos atacantes fue identificado como Adel Kermiche, un francés de 19 años que tenía un juicio pendiente por terrorismo y llevaba un brazalete electrónico.
Tras el encuentro con Hollande, el líder de la comunidad musulmana de Francia -la más grande de Europa- pidió reforzar la seguridad en los lugares de culto.
Queremos que “se preste más atención” a los lugares de culto porque cualquiera de ellos “puede sufrir una agresión”, urgió el rector de la Gran Mezquita de París, Dalil Boubakeur.
En nombre de los musulmanes de Francia, expresó su “profundo pesar” por el ataque que calificó de “sacrilegio blasfemo contrario a todas las enseñanzas de nuestra religión”.
El arzobispo de París, monseñor Vingt-Trois, pidió por su parte a los creyentes “no dejarse arrastrar en el juego político” del yihadista EI.
El Estado Islámico “quiere poner a los hijos de una misma familia los unos contra los otros”, dijo.
“Las relaciones particularmente armoniosas entre las diferentes religiones en Francia son un recurso importante para la cohesión de nuestra sociedad”, destacó.
Por su parte, el presidente de la Federación Protestante de Francia (FPF), el pastor François Clavairoly, estimó que vigilar cada lugar de culto en Francia es algo totalmente “inconcebible e inviable”.
Unas 700 escuelas sinagogas judías y más de 1.000 de las 2.500 mezquitas de Francia cuentan con protección militar.
Los expertos consideran ilusorio pensar en aplicar este nivel de seguridad a las 45.000 iglesias católicas, 4.000 templos protestantes, 2.600 evangélicos y 150 lugares de culto ortodoxo.