Enojo, agresividad, malas calificaciones y resentimiento, son algunas de las consecuencias que padecen los niños que viven un proceso de divorcio de sus padres.
El Centro de Especialización de Estudios Psicológicos en la Infancia (CEEPI) refiere que el grado de agresión que viven la mayoría de las familias que enfrentan un proceso de divorcio es muy alto, puesto que los padres se llegan a convertir en dos enemigos y los que llevan la peor parte son los niños pequeños.
En un comunicado, la directora del Centro, Claudia Sotelo Arias, expuso que muchos papás no se dan cuenta del daño que les causan a sus hijos. “Los menores no pueden procesar esos niveles de agresión, no entienden lo que sucede y en la mayoría de las ocasiones se culpan por ello, lo cual es injusto”.
En un proceso de terapia psicológica, refiere, uno de los grandes objetivos es detener la violencia y concientizar a los padres del daño que hacen a sus hijos.
De acuerdo con datos del CEEPI, ocho de cada 10 parejas con hijos y que viven un proceso de divorcio presentan índices de agresión muy altos, de hecho en casi todos los casos los hijos se sienten responsables de tal separación.
Algunos de los efectos que padecen los niños al enfrentar este proceso son malas calificaciones, emociones negativas, agresiones hacia sí mismos y hacia sus compañeros, un profundo sentimiento de desesperanza, culpabilidad, entre otros.
Por ello, la directora del CEEPI sostuvo que en estos casos es fundamental que acudan a terapia psicológica.
“El objetivo es deslindar al niño del conflicto, lo cual puede lograrse rápidamente. Lo más complicado es que los padres tomen conciencia del daño que le están haciendo a sus hijos y que comprendan que se divorcian de su pareja, pero no de sus hijos”, dijo.