El enorme embalse del norte de California, mantenido por una gigantesca presa, siempre ha sido clave para la vida de las localidades que lo rodean.
Ahora el lago donde han disfrutado de fuegos artificiales y festivales del salmón podría llevarles el desastre.
Casi 200.000 personas evacuaron sus hogares el domingo debido al riesgo de que el aliviadero del lago Oroville pudiera colapsar y desatar una riada. Los vecinos tendrán que quedarse alejados hasta nueva orden, mientras las autoridades se apresuran a hacer reparaciones antes de la llegada de más lluvias el jueves.
A los evacuados les parecía extraño el lunes ver a su apreciado lago asociado con el tono de urgencia de los noticieros nacionales.
“Nunca en nuestra vida pensamos que podría ocurrir algo como esto”, dijo Brannan Ramirez, que vive desde hace cinco años en Oroville, una localidad de unas 16.000 personas.
La población, fundada durante la Fiebre del Oro a los pies de Sierra Nevada, unos 112 kilómetros (70 millas) al nordeste de Sacramento, se encuentra cerca de la base de la presa, la más grande del país con 235 metros (770 pies) de altura. Casas e iglesias se alzan en calles arboladas cerca del río Feather. Viejas casas victorianas se ven junto a bungalós más pequeños.
“Todo el mundo va allí para el 4 de Julio”, dijo sobre el lago una de las evacuadas, Crystal Roberts-Lynch. “Luego hay festivales en torno a la temporada del salmón”. Roberts-Lynch, que tiene tres hijos y lleva 10 años viviendo en Oroville, estaba alojada en un centro de evacuación de Cruz Roja en Chico.
Empresas locales, como un negocio que vende suministros para filtrar oro, dominan una zona céntrica que abarca varias manzanas. Una larga serie de tiendas de cadenas se alinea junto a la autopista principal.
“El lago trae una parte enorme de la economía de la ciudad. Definitivamente atrae a la gente”, comentó Brannan Ramírez. “Recibimos gente de todo el país.
También otras ciudades y pueblos a lo largo del río Feather están en peligro.
Yuba City, con 65.000 habitantes, es la ciudad más grande evacuada. La ciudad alberga la mayor planta de procesamiento de frutos secos del mundo y una de las mayores poblaciones de sijs fuera de India.
La región es en gran parte rural y su política está dominada por los productores de arroz y otros intereses agrícolas, como plantaciones de frutales. La región sufre las altas tasas de desempleo endémicas de las comunidades agrícolas.
Hay grandes bolsas de pobreza y áreas de bosques poco pobladas que son populares entre pescadores, campistas y excursionistas.
Por ahora, todo está a merced de la presa que por lo general da sustento a la zona y que proporciona el agua para buena parte del estado.
“Al menos, habríamos pensado que la presa habría estado mejor construida”, dijo Ramirez.
Ramirez dijo que había sido “extremadamente frustrante” oír noticias el lunes sobre que ecologistas y miembros del gobierno habían expresado sus quejas por el posible peligro hace una docena de años.
Esas advertencias describían exactamente la misma situación que amenazaba con presentarse, aunque reguladores estatales y federales restaron importancia a esos temores y expresaron su confianza en que la presa y sus aliviaderos podían soportar fuertes tormentas.
El responsable en funciones del Departamento de Recursos Hídricos dijo desconocer el reporte de 2005 que recomendaba reforzar con concreto el aliviadero de tierra que ahora se está erosionando.
“No estoy seguro de que algo saliera mal”, dijo Bill Croyle. “Esto fue un suceso nuevo, que no había ocurrido antes”.
Roberts-Lynch rechazó esas explicaciones.
“Sé que alguien no prestó atención a las señales de aviso”, afirmó. “Alguien responsable no estaba prestando atención. Era su trabajo prestar atención a lo que pasaba en la presa”.
Durante el fin de semana empezó a liberarse agua del lago crecido por el aliviadero de emergencia, que nunca se había utilizado antes, durante casi 40 horas. Eso dejó el conducto muy erosionado y con un enorme agujero causado por un trozo de concreto.
Helicópteros y camiones trataron el lunes de rellenar la zona afectada con grandes bolsas llenas de piedras. El nivel de agua bajaba poco a poco y la cantidad de agua que salía del aliviadero principal era la normal para esta época del año.
Por otro lado las autoridades defendieron la decisión de ordenar evacuaciones masivas repentinas el sábado por la tarde, obligando a las familias a empacar y marcharse a toda prisa apenas unas horas después de decir que la situación era estable.
“Había mucho tráfico. Había caos”, dijo Robert Brabant, un vecino de Oroville que evacuó con su esposa, su hijo, sus perros y sus gatos. “Hubo muchos accidentes. Era como que la gente no prestaba atención a los demás”.
El gobernador Jerry Brown dijo el lunes que había enviado una carta a la Casa Blanca pidiendo asistencia federal directa en la emergencia, aunque algunas agencias federales ya estaban asistiendo.
Brown ha hecho duros comentarios sobre el presidente, Donald Trump, y el estado ha prometido a resistirse a muchas de las iniciativas del gobierno.
Sin embargo, el gobernador dijo en una rueda de prensa que estaba seguro de que “California y Washington trabajarán de una forma constructiva. Ésa es mi actitud. Habrá puntos de vista distintos, pero todos somos un único Estados Unidos”.
El gobierno dijo que no tenía previsto visitar Oroville para no causar distracciones en las tareas en la zona, pero intentó tranquilizar a los evacuados.
“Mi mensaje es que estamos haciendo todo lo que podemos para poner esta presa en condiciones y que puedan volver y vivir de forma segura sin temor”, dijo Brown.
Sin embargo, Kelly Remocal, una de las personas desalojadas, dijo creer que las autoridades públicas que gestionan el problema están “restando importancia a todo para que la gente no se asuste”.
“Sinceramente, no creo que vayan a poder hacerlo, arreglar el problema”, dijo. “Esto requiere un poco más que una curita. En este momento no tienen más opción que hacer un arreglo de curita”.