Almohadas y mantas guardadas, toallas desinfectantes en la cabina: las compañías aéreas de Estados Unidos se preparan para el regreso de la gripe H1N1 y aseguran que no hay más riesgo de contraer el virus en un avión que en el metro.
“El papel del transporte aéreo en la propagación de una infección de una parte del mundo a otra está establecido. El avión es un vehículo de transmisión”, explica sin embargo William Schaffner, director del Departamento de medicina preventiva de la universidad Vanderbilt en Tennessee (sur).
“No creo que las compañías aéreas puedan hacer gran cosa. Es una situación muy difícil”, dijo a la AFP. En la primavera boreal, el virus de la gripe H1N1, que apareció por primera vez en México, golpeó duramente a la industria aérea.
Más del 10% de los vuelos entre Estados Unidos y México fueron anulados desde setiembre de 2008, indicó la organización OAG (Official Airline Guide).
Frente a la eventualidad de tener pasajeros febriles, con tos y contagiosos, las compañías no quieren convertirse en médicos y están dispuestas a prohibir el embarque. “Las compañías tienen la obligación de informar sobre todos los casos sospechosos de enfermedad contagiosa y pueden negarse a embarcar un pasajero”, observó Victoria Day, portavoz de la Air Transportation Association (ATA), que agrupa a la mayoría de las compañías aéreas estadounidenses.
En Estados Unidos, el Centro de Control de Enfermedades (CDC) dicta la política a seguir, a la que se remiten las compañías, indicó Day. Cuando estallaron los primeros brotes, el CDC desaconsejó “los viajes no esenciales hacia México”, aunque sin prohibirlos.
“Si alguien presenta síntomas antes de un vuelo, pensaremos con el personal médico qué hacer”, explicó Paul Flaningan, portavoz de Southwest Airlines.
Algunas compañías, como Southwest o Virgin America, renunciaron a ofrecer almohadas y mantas, al menos para los vuelos diarios. “Ponemos a disposición de nuestros pasajeros y de nuestra tripulación toallitas desinfectantes y gel antibacteriano en los vuelos y los aeropuertos”, explicó Patricia Condon, portavoz de Virgin America, que ofrece también máscaras en caso de infección en la cabina.
Pero, advierte el doctor Schaffner, “los asientos, las almohadas, las mantas, no son muy importantes en la transmisión del virus de la gripe”. En cuanto a la eficacia de las máscaras, es cuestionada por el CDC, que alienta a los enfermos a quedarse en su casa en vez de viajar cubiertos por un tapaboca.
“Es casi imposible prevenir la transmisión de un virus del sistema respiratorio porque no sabemos quién está infectado”, añadió Schaffner. En Asia, cuando tuvo lugar la epidemia de SRAS, y luego de H1N1, los aeropuertos usaron pórticos que medían la temperatura de los viajeros antes del embarque, “un sistema ingenioso pero imperfecto”, subrayó el experto, añadiendo que un individuo puede contagiar sin tener fiebre.
Las compañías insisten en la calidad del aire en las cabinas. “El aire de un avión es renovado 10 a 15 veces por hora mientras que en una oficina esta renovación ocurre solo una o dos veces por hora”, indicó la ATA.
“La gente debe comprender que viajar en avión no implica más riesgos que ir a la escuela o al trabajo en transporte público”, concluyó la portavoz.