Airbnb puede ser una excelente manera de ganar dinero extra, como en el caso de este chico que ganó $200.000 con el alquiler de su casa.
Pero por desgracia también puede convertirse en una pesadilla. La experiencia de esta pobre mujer australiana, cuya casa se convirtió en un burdel, es un ejemplo de ello.
Todo comenzó de forma inocente: una mujer contactó a la propietaria mediante la página web de Airbnb. Después de una conversación que mantuvieron por fuera del chat de la web, la propietaria decidió alquilarle su casa por dos noches (sin recurrir a la mediación de Airbnb). Al poco tiempo de la llegada de la inquilina, la anfitriona empezó a recibir llamadas de vecinos preocupados ante la concurrencia de hombres extraños que entraban y salían de la vivienda.
La propietaria optó por enviarle un mensaje de texto a la mujer pidiéndole, en vano, que se marchara. Tuvo que acercarse a su casa y enfrentarla cara a cara. Finalmente la inquilina abandonó la propiedad.
Aunque realizó la denuncia pertinente a la policía, no fue posible probar ninguna actividad ilegal.
“No se trató de una reserva mediante Airbnb”, comentó a The Daily Telegraph el Director General de la sede de la compañía en Australia, SamMcDonagh. “Más de 40 millones de clientes han encontrado alojamiento en Airbnb y los problemas entre huéspedes y anfitriones son muy raros”.
Si la reserva no tiene lugar en la plataforma de Airbnb, no contará conlos diversos beneficios de protección y controles de seguridad de la compañía. No obstante, Airbnb afirma que se ha puesto en contacto con la propietaria para “ofrecerle ayuda”, señaló McDonagh.
No es la primera vez que trabajadoras sexuales hacen uso de Airbnb para desarrollar su actividad. El año pasado, en Manhattan tuvo lugar una situación similar cuando un servicio de acompañantes alquiló un apartamento en Airbnb en lugar de habitaciones de hotel, según el New York Post.