El abecedario cambió la vida de Albert Rivera. Durante el congreso fundacional del movimiento político Ciudadanos en 2006, la falta de acuerdo entre las dos listas elegidas para dirigir el partido obligó a lanzar una moneda al aire.
La presidencia se decidiría por orden alfabético. Y Albert era el primero de la lista.
Ciudadanos era entonces un grupo político catalán y Rivera un joven abogado desconocido que posó casi desnudo en un cartel electoral como carta de presentación. Nueve años después, Rivera es un líder emergente que abandera, junto al movimiento Podemos, el cambio político que se espera en las elecciones locales del domingo y las presidenciales de final de año.
El partido pugna por la centralidad ideológica y está arañando muchos votos al gobernante Partido Popular y al Partido Socialista Obrero con un discurso económico que gusta a los grandes empresarios y una agenda social que, dicen, irrenunciable. Las encuestas le otorgan la llave de muchos gobiernos regionales en el incierto mapa político español que parece avecinarse.
“Es una nueva etapa política en España”, dijo Rivera en una entrevista con The Associated Press en Barcelona. “Partido Popular y Partido Socialista en el año 2008 tenían prácticamente entre el 80 y el 85% de los votos y de los escaños del parlamento. Los últimos sondeos dan un empate técnico a cuatro partidos, ya veremos si eso es cierto o no, pero como mínimo el mapa va a cambiar sustancialmente”.
Rivera, de 35 años, es el hijo único de un matrimonio de comerciantes. La buena marcha del negocio de electrodomésticos de sus padres le permitió estudiar Derecho en una de las universidades privadas más prestigiosas de Barcelona. Fue campeón nacional de una Liga de Debate Universitario y cursó un doctorado en Derecho Constitucional nada más al licenciarse.
“La primera vez que conocí a su madre me dijo que Albert de pequeño leía todo el rato las páginas de política”, dijo Francesc de Carreras, mentor y profesor en el doctorado. “Era un estudiante muy autoexigente, muy competitivo, con un orden de ideas muy claro y con buenos conocimientos generales de derecho. Lo recuerdo como una persona muy seria, diría que un poco tímida”.
La carrera profesional de Rivera apenas había empezado cuando Ciudadanos se cruzó en el camino al ser nombrado presidente en base al orden alfabético de la lista.
“Cuando fue elegido presidente hizo un discurso improvisado de 20 minutos”, dijo de Carreras. “Los que no le conocían en seguida pensaron que tenía madera”.
Su primer hito fue aparecer desnudo, tapado con sus propias manos, en un cartel electoral. El equipo de campaña trataba de ganar una notoriedad que no tenía. A muchas personas no les gustó, pero las urnas dieron la razón a la estrategia. Ciudadanos entró con tres escaños al Parlamento de Cataluña en 2006 y, desde entonces, ha multiplicado por tres su número de diputados.
En este tiempo, Ciudadanos se ha distinguido por su implacable crítica al nacionalismo y al proyecto independentista catalán. Rivera ha sido una de las voces más firmes en defensa de la unidad de España. Y desde ahí dio un salto a nivel nacional.
Rivera tiene la frescura de la edad, el don de la oratoria, dominio del inglés, hiperactividad en las redes sociales y un discurso que ha roto los esquemas de la tradición española en una sociedad que está hambrienta de cambio.
La prensa local lo definió una vez como el yerno que toda suegra quiere tener. Separado y con un hija, seguidor confeso del Barcelona de Lionel Messi, asegura que sus referentes políticos son los presidentes estadounidenses Abraham Lincoln y John F. Kennedy y los españoles Adolfo Suárez y Felipe González.
“Es un animal político”, dijo Antonio Barroso, analista político de la consultora Teneo Intelligence. “Es tiempo de caras nuevas en la política española y Rivera es prueba de ello”.
El colapso económico del país y los casos de corrupción en los partidos tradicionales abonaron la tierra de nuevas semillas. La primera fue el movimiento de los indignados del 15 de mayo del 2011, que inspiró a la izquierdista Podemos. Pero Ciudadanos vio espacio en el centro con el desgaste de populares y socialistas. Y se dispuso a ocuparlo.
“Si todo se hubiera hecho bien, Ciudadanos no existiría ni Podemos ni seguramente otros muchos partidos que están surgiendo en Europa”, explicó Rivera. “La descomposición del sistema político español, la corrupción, la mala gestión de los recursos públicos, un 24% de desempleo, un modelo que se agota que después de 35 años necesitan una revisión”.
Ciudadanos está dosificando su programa, pero sí ha hecho algunos anuncios. Rivera fichó a Luis Garicano, profesor de la London School of Economics y uno de los economistas españoles más prestigiosos del mundo.
El partido defiende la sanidad y la educación públicas, ha anunciado una reforma fiscal, quiere fusionar ayuntamientos de menos de 5.000 habitantes y propone acabar con el gasto en trenes de alta velocidad para destinar el dinero ahorrado a investigación. Pero al mismo tiempo, lo que marca una gran diferencia con Podemos, reivindica la economía de libre mercado y el papel de la empresa.
“Hay un lema, `pensando liberales y sintiéndonos sociales’. Es un eslogan acertado”, dijo. “Se puede creer en el mérito, la capacidad, el esfuerzo del individuo, del que monta una empresa, a la vez que en mi país no quiero que haya gente que no se pueda educar porque no tiene dinero o que no pueda ir a la sanidad o que no tenga una pensión”.
Los rivales de Ciudadanos acusan al partido de una calculada indefinición. La izquierda dice que es una “marca blanca” de la derecha. El PP asegura que es muy fácil hacer propuestas al aire, pero que ellos tienen la experiencia de gobierno. También les acusan de salpicar sus listas electorales de tránsfugas que han abandonado otras formaciones para subir a la ola de Ciudadanos y darse una nueva oportunidad en política.
Ciudadanos se integró en la coalición Libertas vinculada a partidos de ultra derecha en las elecciones al Parlamento europeo del 2009. La aventura fue un fracaso en votos (sólo 22.000 en todo el país) y credibilidad. Centenares de militantes pidieron la dimisión de Rivera, que resistió el envite, admitió el error y prometió hacer borrón y cuenta nueva.
“Ciudadanos se asoció en el pasado con partidos de extrema derecha de dudosa reputación y sus rivales tratan de socavar su crédito sacando a flote ese pasado”, señaló el analista Barroso. “Y es cierto que mucha gente piensa que sus propuestas quedan muy bien en papel, pero son difíciles de poner en práctica”.
Libertas fue un punto de inflexión. El partido reconstruyó su estrategia, con mensajes más moderados y pegados a las redes sociales. Rivera sostiene que todos sus candidatos pasan un filtro y se compromete a no involucrar a nadie imputado por corrupción. Por lo demás, dice que Ciudadanos está situado ideológicamente en el ala liberal demócrata europea.
Rivera, como todos los españoles menores de 40 años, no conoció la dictadura ni fue educado en la moral franquista. De hecho, no está bautizado como católico, algo impensable hace sólo unos años en España. Ciudadanos está ocupando ese nicho de votantes, cada vez más numeroso.
“La democracia moderna es una democracia donde no hay bandos: hay pluralidad, matices y a veces coincidencias. Es una lógica que se alimenta, pero que no existe”, dijo Rivera. “La mayoría de españoles me atrevo a decir no están situados en bandos, están simplemente en una clase media descompuesta por la crisis que quiere volver a recobrar su fuerza”.
Ciudadanos presentará candidaturas en 1.000 ayuntamientos – hay más de 8.000 en España- y en las 13 de las 17 regiones del país llamadas a las urnas el 24 de mayo, le va bien en las encuestas y Rivera ha ganado peso en los medios como uno de los líderes políticos más valorados.
No es la primera fuerza en intención de voto, que sigue siendo el PP, pero los sondeos le disparan hasta el 15% de las papeletas, cuando obtuvo apenas el 3,1% en las elecciones al Parlamento europeo de hace un año.
Rivera rechaza las coaliciones con otros grupos políticos, pero está abierto a hacer pactos parlamentarios exigentes con cualquier partido, desde el PP, hasta Partido Socialista e incluso Podemos.
“España necesita un gobierno estable con una mayoría que lo sustente”, dijo. “Es un difícil equilibrio entre cambio profundo y exigencia, que la gente nos pide, y a la vez estabilidad para que esto no sea Grecia ni Italia”.
En función del resultado, Rivera decidirá si concurre a las primarias de Ciudadanos como candidato a la presidencia del gobierno. Las elecciones están previstas a final de año. De Carreras no duda de que dará el paso. Rivera solo se pone dos límites: ocho años en el poder – dos mandatos – si es elegido, y la felicidad.
“Si un día tengo que escoger entre ser feliz, que es lo que soy ahora haciendo lo que hago, o estar en política o ser presidente de un país, escogeré la felicidad”, dijo.