Un alcalde de Filipinas acusado de tráfico de narcóticos fue muerto a tiros en el interior de una prisión cuando la policía y las autoridades del recinto penitenciario llevaban a cabo una inspección en busca de armas y drogas.
Rolando Espinosa, el alcalde de la ciudad Albuera en la isla central de Leyte, y su hijo, fueron acusados por el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, de tráfico de drogas y exigió que se entregaran, y podían ser “liquidados” si se oponían al arresto.
Espinosa entonces se entregó al jefe de la policía nacional, tras advertir que temía por su vida, y fue arrestado el mes pasado.
Este sábado Espinosa murió en su celda en la prisión provincial después de que él disparó contra los agentes durante una búsqueda de armas de fuego y drogas.
Según el inspector en jefe de la policía, Leo Laraga, Espinosa murió después de haber disparado contra los miembros del Grupo de Investigación Criminal y Detección.
La policía mató a otro alcalde la semana pasada, Samsudin Dimaukom, y a nueve hombres en una balacera en el sur de Filipinas.
Espinosa y Dimaukon estaban entre los más de 160 funcionarios mencionados expresamente por Duterte en agosto dentro de una campaña para avergonzarlos.
Duterte, de 71 años, ganó las elecciones en mayo pasado con la promesa de matar a decenas de miles de delincuentes para evitar que las Filipinas se convierta en un narcoestado, y ha puesto en marcha una guerra sin precedentes contra las drogas.