Un nuevo alto al fuego unilateral decretado por las FARC a partir del lunes será clave para el futuro del proceso de paz colombiano, pues si se cumple y hay avances significativos en la mesa de negociaciones en La Habana, vendrá una tregua bilateral como antesala a la firma de un acuerdo de paz definitivo.
Al menos eso es lo que espera el gobierno colombiano, según un calendario anunciado por el presidente Juan Manuel Santos la semana pasada. Si no hay progresos podrían venirse abajo las negociaciones, advierte el mandatario, que se enfrenta en octubre a unas elecciones regionales a las que llega debilitado.
“Nuestras fuerzas armadas están listas para un gradual desescalamiento, si las FARC cumplen”, dijo Santos al país en una alocución televisada el jueves. Pero si la guerrilla no cumple su parte, los militares estarán listos para enfrentarla, “con la determinación y contundencia con que siempre lo han hecho”.
Al alto al fuego declarado por la guerrilla del 20 de julio al 20 de agosto el gobierno respondió con una reducción de su ofensiva en el conflicto, previo a la firma de una tregua bilateral. Así, el proceso de paz pende de un hilo y éste parece ser un punto de quiebre: o cesan las acciones militares de parte de ambos bandos, con la subsecuente tregua y paz, o se rompen las negociaciones y se sigue adelante con la guerra que ya lleva 50 años.