Al igual que su padre, el joven dirigente de Corea del Norte Kim Jong-un suscita incomprensión y temor y, aunque en ocasiones su comportamiento sea objeto de burlas, lo cierto es que está a un paso de provocar un conflicto en la península.
Quince meses después de la muerte de su padre Kim Jong-il, Jong-Un pasó a las portadas agitando la amenaza de una guerra nuclear con Corea del Sur y Estados Unidos. “Se les rompe la espalda a los enemigos dementes, se les degüella, y así se les enseña lo que es una guerra de verdad”, llegó a decir un día.
Aunque se nota que se siente más cómodo en público que su padre, no por ello deja de ser enigmático. Su año de nacimiento es un misterio. La prensa surcoreana le echa entre 28 y 30 años. Su mujer es joven y atractiva pero se desconoce si tienen hijos.
Es fan de los parques de atracciones y de los personajes de Disney, algo sorprendente para un comandante de las quintas fuerzas armadas del mundo y jefe de un Estado con bomba atómica.
“Sin experiencia” es el calificativo que le dan la prensa y los analistas.
Kim Jong-Il se formó durante largos años a la sombra de su padre Kim Il-Sung, el fundador de Corea del Norte. Pero su hijo Kim Jong-Un tuvo que prepararse en tan sólo unos meses.
“Para serle sincero, creo que seguimos sin saber lo que hace”, declaró Alexandre Mansurov, experto en Corea del Norte.
“Kim Jong-Il aplicaba todo el tiempo la estrategia de la cuerda floja, pero por experiencia sabíamos que no saltaría al abismo. Conocíamos sus límites, cuáles eran sus frenos y qué botones pulsar para que parara”, explicó.
“Con su hijo, no tenemos pasado. No conocemos sus límites, hasta dónde se le puede empujar, y si tiene o no frenos”.
En Corea del Sur, país acostumbrado al comportamiento errático de su vecino del Norte, los analistas ven en la actitud de Jong-Un un pragmatismo calculado.
“Kim tuvo poco tiempo para prepararse para dirigir (el país), tuvo que moverse rápidamente y de forma más agresiva para asegurarse que controlaba las élites”, estima Chang Yong-Seok, de la Seoul National University.
“No es inusual. Kim Jong-Il consolidaba su estatus de sucesor cuando declaró un casi estado de guerra en el momento álgido de la primera crisis desatada por el programa nuclear norcoreano en 1993-94”, recuerda el analista.
Ante la opacidad del régimen, algunos se preguntan sobre el poder real de Kim Jong-Un. ¿Es la cabeza pensante o un simple títere manipulado por una camarilla de generales y de altos responsables?
“Demostró que controlaba completamente el partido y el ejército”, afirmó Yang Moo-Jin, de la universidad de estudios norcoreanos en Seúl que recuerda que destituyó a varios altos mandos nada más llegar al poder.
“Es cierto que está rodeado de mentores, pero eso no quiere decir que sea débil. Toma las decisiones en los asuntos de Estado importantes. El sistema siempre ha funcionado así”, recalca el experto.
En el sistema político norcoreano, la persona a la cabeza del país dispone de todos los poderes, destacó.
La pregunta ahora es saber hacia dónde lleva al país. Como ya solía hacer su padre, Kim provocó una crisis que fue envenenando a golpe de declaraciones desmedidas con el fin de obligar a la comunidad internacional a hacer concesiones para rebajar la tensión.
Pero esta vez, Washington y Seúl no parecen ceder.
Daniel Pinkston, del International Crisis Group, considera que Pyongyang está esperando a que el 30 de abril terminen las maniobras conjuntas entre Estados Unidos y Corea del Sur para calmar el juego.
“Tenemos que comprender que mucho de lo que vemos o escuchamos, como las fotografías de Kim con sus generales en la sala de guerra, las amenazas aparentemente irracionales, están destinadas en realidad a la audiencia interna”, declaró Daniel Pinkston.
Kim se presenta como el protector de su pueblo frente a una invasión estadounidense, concluyó.