El anuncio del presidente Barack Obama de presentar antes de terminar el año un borrador de reforma migratoria en Estados Unidos fue el compromiso que deslumbró en la cumbre en la que junto a sus colegas de Canadá y México acordaron trabajar en temas como el cambio climático, la gripe porcina, la recuperación económica y el comercio. La Cumbre de Líderes de América del Norte celebrada en Guadalajara, a unos 450 kilómetros (280 millas) al noroeste de la capital mexicana, produjo pocos acuerdos concretos entre Obama, su contaparte mexicano Felipe Calderón y el primer ministro de Candá Stephen Harper.
Quedaron irresueltos temas sensibles, como el nuevo requisito de visas para los mexicanos que viajen a Canadá y la disputa entre camioneros mexicanos que buscan el conflicto del autotransporte en la frontera común. Ambos problemas “continuarán” discutiéndose, dijeron los gobernantes. Sobre la reforma migratoria, uno de los asuntos en los que más tiempo se invirtió durante las conversaciones, Obama señaló que presentará una iniciativa de ley sin tomar en cuenta las consecuencias políticas adversas que algunos críticos auguran para un proyecto de ese tipo.
El presidente estadounidense aseguró que reformar el sistema de salud es su prioridad actual y por ello atender la migración ilegal ha debido esperar. “La reforma migratoria va a requerir de la cooperación bipartidista. Habrá demagogos allá afuera que van a tratar de sugerir que cualquier tipo de legalización de aquellos que ya viven en los Estados Unidos es inaceptable”, declaró.
Los tres líderes dijeron que continuarán invirtiendo en infraestructura en sus respectivas fronteras para facilitar el comercio y el suministro de productos a la vez que se buscará garantizar la seguridad. También le darán seguimiento a la eliminación procesos burocráticos que podrían atrasar el intercambio comercial entre cada uno.
Las tres naciones son socias bajo el Tratado de Libre Comercio para América del Norte, que entró en vigencia en 1994. Pero la frontera trae consigo otro tema: el narcotráfico y Obama una vez más respaldó los esfuerzos de Calderón por combatirlo, en momentos en que el Congreso estadounidense discute la posibilidad de retener parte de una asignación millonaria de fondos de la llamada Iniciativa Mérida, por entender que en su lucha contra el crimen organizado, México no se está garantizando los derechos humanos.
Obama dijo tener una gran confianza en que bajo la administración de Calderón “los derechos humanos serán atendidos”. Calderon señaló que su gobierno tiene un compromiso “absoluto y categórico” con la preservación de esos derechos.
El trío apoyó revisar las finanzas del Banco Internacional de Desarrollo, “para asegurar que cuenta con suficiente capacidad de préstamos a corto plazo” en especial para ayudar a países más empobrecidos.
Sobre la crisis política en Honduras, Obama catalogó como “hipócrita” pedir la intervención directa de Estados Unidos para resolver el conflicto, aunque además reiteró su condena al golpe de estado en la nación centroamericana, ocurrido el 28 de junio. “Los mismos críticos que dicen que los Estados Unidos no han intervenido lo suficiente en Honduras son las mismas personas que dicen que siempre estamos interviniendo y que los yanquis necesitan salirse de Latinoamérica”, declaró el mandatario en rueda de prensa.
La semana pasada, durante una visita a México, el depuesto presidente hondureño Manuel Zelaya dijo que Estados Unidos podía acabar con el gobierno de facto “en cinco minutos”, por la gran dependencia económica que tiene Honduras de ese país y que las acciones de Estados Unidos en contra del golpe eran “tibias”. Los mandatarios también discutieron medidas no especificadas para mitigar la deforestación y reconocieron la importancia del Grupo de Alto Nivel sobre Seguridad y de sus grupos de trabajo, que encabezan tanto la cancillería mexicana como el Departamento de Estado norteamericano. Acordaron que esta instancia sesionará en el curso del año.
En la víspera el grupo disfrutó de una cena y un acto cultural. Previo al inicio del encuentro cientos de manifestantes se concentraron en múltiples puntos de la ciudad para protestar contra la cumbre. El encuentro, una iniciativa de George W. Bush, inició en el 2005 en la hacienda del entonces presidente estadounidense en Texas. A pesar de llamarse Cumbre de Líderes de Norteamérica, la cita carece de un objetivo definido y se ha convertido más bien en una reunión para analizar el progreso en las relaciones comerciales y de seguridad entre los países