En Afganistán, las armas de las largas décadas de guerra se ven casi por todas partes. Desde los calcinados restos de tanques soviéticos a rifles Kalashnikov colgados del hombro de los policías, pasando por los helicópteros armados que cruzan el cielo.
No debería ser una sorpresa que los niños jueguen a “policía y talibán”, persiguiéndose con armas de juguete y artefactos diseñados para imitar a los objetos reales. Y como en la guerra real, hay bajas.
Al menos 184 personas, casi todos niños, sufrieron lesiones oculares en el reciente feriado del Eid al-Fitr provocadas por armas de juguete que disparan balines o balas de goma, según las autoridades sanitarias. Como respuesta, se han prohibido las armas de juguete.
“El Ministerio afgano del Interior ordena a todas las fuerzas policiales que confisquen las armas de juguete, que pueden provocar daños físicos y psicológicos a la gente”, reza la orden.
El Ministerio no detalló qué daños psicológicos pueden causar estos objetos. La mayoría de los afganos identifica sin problema el sonido de los disparos, y a diferencia de Estados Unidos no se han registrado casos señalados de agentes de policía locales que mataran a niños armados con pistolas de plástico o Kalashnikov de juguete.
Los afganos se han familiarizado con las armas de fuego en las largas décadas de guerra, desde la invasión soviética de 1979 y la insurgencia resultante a la guerra civil y el auge de los talibanes en la década de 1990. La invasión dirigida por Estados Unidos en 2001, tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, trajo consigo una nueva gama de equipamiento, como los rifles M4 que llevan los soldados estadounidenses o los vehículos blindados conocidos como MRAP que recorrían las calles de las ciudades.
Las armas de juguete llegan sobre todo de China y la vecina Pakistán, y en el reciente Eid se entregaron muchos a chicos jóvenes. El feriado marca el final del Ramadán, el mes sagrado de ayuno de los musulmanes. Las autoridades intentaron advertir a los padres sobre los riesgos de estos juguetes antes de las celebraciones.
“Se preparó un video de concienciación como iniciativa para informar a la gente de lo peligrosas que pueden ser estas armas de juguete”, explicó el doctor Abdul Rahim Mayid, director de programa del Hospital Oftalmológico Público Noor. “Por desgracia, las familias no se lo tomaron en serio y no prestaron atención a este mensaje importante, y eso causó que mucha gente resultara herida y viniera a los hospitales para ser atendida”.
Muchos de los heridos llegaron al hospital Noor, que atendió a 116 pacientes en la última celebración de la fiesta, el doble que el año anterior, explicó Mayid. Es probable que la cifra nacional sea más alta, dado que algunos no buscaron tratamiento o acudieron a centros privados.
Desde que se emitió la prohibición, la policía ha recibido instrucciones de buscar en tiendas y confiscar las armas a los niños, pero el Ministerio no tenía estadísticas del número de piezas confiscadas.
Padres como Shakib Nasery, de 38 años y con dos hijos, se alegró ante la nueva campaña. Cualquier reducción de la violencia en un país golpeado por la insurgencia, aunque sea en los juegos infantiles, será bueno, afirmó.
“No es bueno para una sociedad tener niños con esa mentalidad de utilizar armas o librar batallas con armas”, dijo Nasery. “Por desgracia, éste es el efecto negativo de la guerra en curso en nuestro país”.