Artistas oaxaqueños deben aprovechar nuevas tecnologías: Ixrael Montes. Poseedor de una técnica en la que fusiona lo mulato con lo indígena y lo español, el pintor oaxaqueño Ixrael Montes (1971) afirmó que los artistas de su entidad requieren mayor profesionalización para aprovechar las nuevas tecnologías y a través de ellas dar a conocer su obra.
“El artista oaxaqueño debe apoyarse en las agencias que se dedican a la promoción y mercadotecnia, pues a veces creemos que alguien llegará a nuestros talleres para descubrirnos, pero eso es solo una visión romántica”, expresó.
En entrevista con Notimex, el pintor que hoy inaugura su exposición “De lo onírico a lo real” en 101 Art Galleries de Ciudad Satélite, conminó a sus colegas a “hacer proyectos, atreverse a salir y aceptar el apoyo y patrocinios de empresas”.
Sobre su muestra, explicó que reúne obras de pintura, escultura y grabado con elementos de la costa oaxaqueña y su gran colorido.
“De lo onírico a lo real”, detalló, recupera esas sensaciones que dejan los sueños que pocas veces se pueden trasladar a la realidad. “Quise hacer un portal, una ventana, una conexión de estos elementos con los que convives en un sueño y traerlo en estelas a través de mi obra”.
El resultado es una mezcla de tradiciones, color y una forma de vivir distinta, “mis imágenes están plagadas de esta iconografía de la Costa, desde una interpretación muy mía”, señaló.
El joven artista que tuvo como maestro al japonés Shinsaburo Takeda y ha experimentado con diferentes técnicas y materiales, celebra con “De lo onírico a lo real” su primera exposición individual del año.
Su trabajo pictórico se caracteriza por llevar al espectador a pasear por los caminos de la creación; los peces, el agua, los bosques y los animales que lo habitan; el fruto y la semilla, el fuego y la savia.
En medio de esos elementos, Montes observa, espera, escucha y escribe, dando con su pincel anchura y verticalidad a un mundo revuelto y exuberante.
Ni espíritu encarnado, ni pasión adánica, sino un carnaval que se prolonga más allá del séptimo día, más allá del edén, y sigue todavía en ruidosa y colorida celebración allá donde principia todo; en los bosques, en las playas y lagunas de la Costa de Oaxaca.