La Asamblea Mundial de la Salud, la más alta instancia de decisión de los 193 países miembros de la OMS, se inaugura el lunes próximo centrada en la crisis de la nueva gripe AH1N1, que se sigue extendiendo por el mundo.
Aunque estaba previsto que esta 62 Asamblea Mundial durase del 18 al 27 de mayo, finalmente ha quedado reducida a sólo cinco días, hasta el día 22, algo que el organismo ha justificado diciendo que los ministros de Salud de los países miembros deben concentrarse en la preparación para una pandemia.
Desde que la OMS dio la primera voz de alarma, hace un mes, sus responsables, incluida la directora general, Margaret Chan, han advertido, primero, del riesgo de una pandemia, y después han declarado que ésta es inminente e inevitable.
La organización elevó casi inmediatamente su nivel de alerta mundial de pandemia de la fase 3 a la 4 y pocos días después a la 5, de un total de 6, dando por hecho que una pandemia de esta gripe, causada por un virus desconocido y procedente de los cerdos, era ya inevitable.
También han hecho hincapié en el carácter imprevisible de los virus de la gripe y subrayado que ahora la principal incógnita es saber cuál será el grado de severidad de la pandemia, mientras los casos confirmados de gripe A en el mundo se acercan a los 8.000.
La directora general, Margaret Chan, volvió a advertir ayer, viernes, a los países que no bajen la guardia a pesar de que la inmensa mayoría de los casos de infecciones en el mundo se están traduciendo en síntomas leves similares a los de una gripe común.
Todas esas advertencias, junto con la menor duración de la Asamblea, tienen como consecuencia que la mayoría de los asuntos previstos inicialmente quedarán fuera de la agenda, entre ellos algunos de tanta trascendencia como la tuberculosis en el mundo, la hepatitis viral y otras enfermedades que causan cada año miles de muertes.
A cambio, los países miembros se centrarán en la preparación de cara a una pandemia de nueva gripe, la necesidad de intercambiar las muestras de virus para permitir la investigación de desarrollo de una vacuna y el acceso de éstas a los países en desarrollo.
La primera jornada de la Asamblea tendrá lugar una reunión de alto nivel con la industria farmacéutica, en la que tomarán parte la directora general del organismo, Margaret Chan, y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
Uno de los asuntos prioritarios a debatir es cuándo se debe dar luz verde para que comience la fabricación masiva de vacunas contra la gripe A, lo que obligaría a paralizar o al menos reducir mucho la producción de las vacunas contra la gripe estacional, que cada año mata a 500.000 personas en el mundo.
Una de las opciones que examina la OMS es producir a la vez ambas vacunas, especialmente para no dejar desprotegidas a franjas de población vulnerables a la gripe estacional.
Pero la producción de vacunas, cuya capacidad está concentrada en un 90 por ciento en un puñado de laboratorios de Norteamérica y Europa, así como el acceso a medicamentos antivirales a precios asequibles para los países en desarrollo son dos de los problemas más difíciles de acordar.
Margaret Chan elogió ayer que “los países con casos confirmados de AH1N1 han lanzado una respuesta agresiva al nuevo virus. Es digno de elogio su rápido envío de las muestras de los virus para su análisis, y para poder hacer la base de la vacuna”.
Pero esa entrega de las muestras a la OMS, que las ofrece a sus laboratorios asociados para que las farmacéuticas puedan fabricar las vacunas contra la gripe es precisamente el caballo de batalla, en los últimos dos años, de los países en desarrollo.
Encabezados por Indonesia, Tailandia, India, Nigeria y Brasil, luchan para que ese intercambio se traduzca en acceso a tratamientos y vacunas, así como a la tecnología para fabricarlas