En la década de los ochenta, el dominio territorial de Jalisco para el tráfico de drogas hacia Estados Unidos era indiscutible del Cártel de Guadalajara, encabezado por Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca Carrillo, alias Don Neto, y Rafael Caro Quintero.
En esa época este grupo prácticamente no tuvo competencia, por lo que no se tuvo que enfrentar con otros por las rutas del trasiego de drogas, como ocurrió posteriormente.
De su desintegración, a consecuencia de la captura de los líderes del Cártel de Guadalajara se fueron creando otros grupos, como el Cártel de Tijuana, de los hermanos Arellano Félix; del Pacífico de Ismael Zambada García, El Mayo Zambada, y Joaquín El Chapo Guzmán, y posteriormente los cárteles de El Golfo y de Juárez.
De acuerdo con reportes de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) de la Procuraduría General de la República (PGR) en la entidad jalisciense se fueron gestando el Cártel del Milenio, de los hermanos Valencia, y más recientemente, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Con la recomposición de los grupos de narcotraficantes en el país, Ignacio Nacho Coronel, siempre cercano a El Chapo Guzmán, dominaba en la zona y era considerado el operador financiero del Cártel del Pacífico; después de que lo abatieran las Fuerzas Armadas en 2010, la disputa fue ganada poco a poco por otro de los aliados de El Chapo y Nacho Coronel, Nemesio Oseguera, alias El Mencho, quien terminó fundando el Cártel Jalisco Nueva Generación con una mezcla de fuerzas entre Sinaloa y Jalisco, así como algunos otros aliados regionales, que lo llegaron a convertir en uno de los grupos del narcotráfico más poderosos y mejor organizados del país, contando además con armamento altamente sofisticado.
El rápido ascenso del grupo sólo reflejaría que tenía una red de distribución con contactos heredados y además, la protección de autoridades civiles.
“Es mayor la capacidad de violencia que mantienen los grupos criminales, mayor capacidad económica y de corrupción. Como siempre no sería una industria el crimen organizado sino hubiera una alta dosis de contubernio con la autoridad y la impunidad”, lamentó el analista y director de Jurimetría, Guillermo Zepeda Lecuona.
A la mitad de la administración de Enrique Peña Nieto como presidente de la República, y de Jorge Aristóteles Sandoval como gobernador del Estado, pareció registrarse una cruenta ruptura organizacional que comenzó a evidenciarse a partir del 1 de Mayo de 2015, al desafiar el CJNG a las autoridades federales con ataques a helicópteros militares (Cougar EC725) usando granadas propulsadas por cohetes, diversas emboscadas contra policías estatales y soldados, al igual que los narco-bloqueos en símbolos emblemáticos de Guadalajara y en carreteras estratégicas de Jalisco, entonces se consideró al CJNG como el enemigo número uno del gobierno de México.
“Fue un parteaguas. Un delito de alto impacto. Un desafío abierto del crimen organizado”, recordó el investigador de la Universidad de Guadalajara, Francisco Jiménez Reynoso.
Desde entonces, el desmantelamiento del CJNG es el objetivo prioritario del gobierno federal.
“El objetivo es lograr que los integrantes de los grupos delictivos sean capturados y rindan cuentas ante la ley, que las estructuras del crimen sean desmanteladas… Lo haremos con la certeza de que en territorio nacional no hay fuerza más poderosa que la del Estado mexicano”, aseveró el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong cuando en mayo del 2015 visitó Jalisco y encomendó al general Miguel Gustavo González Cruz, la coordinación del Operativo Jalisco.
Sin embargo, el CJNG mantiene su actividad criminal que incluye ataques directos a la autoridad en los distintos niveles de gobierno, y, contrario a otros grupos delictivos que exclusivamente se dedican al narcotráfico, éste se alimenta financieramente con otras actividades ilícitas como son el robo de combustible y secuestros.
Autoridades estatales señalaron en abril pasado que El Mencho estuvo a punto de ser detenido en la Sierra de Amula pero escapó.
El dominio del CJNG vuelve a ser evidente con la privación ilegal de la libertad perpetrada en contra de Jesús Alfredo Guzmán Salazar (hijo de Joaquín Guzmán Loera) y cinco personas más, el pasado lunes en el restaurante La Leche ubicado en la zona hotelera de Puerto Vallarta.
La afrenta directa contra la familia de Joaquín El Chapo Guzmán y el Cártel de Sinaloa significaría una escalada sin precedente en el nivel de poderío del CJNG en el país y en el mundo criminal.
En paralelo, las autoridades mexicanas también indagan sobre con qué tipo de protección se cuenta para que un convoy fuertemente armado opere en contra de otro grupo criminal y escape impunemente sin que hasta el momento se conozca el paradero de las víctimas ni de los victimarios.
Hoy el poderío del CJNG se ha reducido por los embates del gobierno federal, al igual que de los ataques perpetrados por sus adversarios. De hecho, trascienden versiones de que es un propósito institucional y delincuencial su desaparición, luego de la poderosa influencia que logró obtener el CJNG, que incluso fue utilizado con éxito para pulverizar al otrora poderoso grupo de Los Zetas.