Benedicto XVI, el primer papa en 700 años en renunciar, prometió este jueves “obediencia” a quien sea designado su sucesor, y se aprestaba a partir del Vaticano en helicóptero, dejando vacante el trono de Pedro.
“Desde hoy prometo al futuro Papa mi incondicional reverencia y obediencia“, dijo Benedicto XVI, en una breve ceremonia de despedida de los cardenales, en la Sala Clementina del Vaticano.
Tras esas palabras, el Papa se despidió uno por uno de los purpurados, entre los que había algunos de los que más suenan para sucederlo al frente una Iglesia sacudida en los últimos tiempos por los escándalos y las intrigas.
Ese encuentro fue la primera actividad de la agenda oficial de la última jornada del pontificado de Joseph Ratzinger, el papa alemán de 85 años que tras ocho años en el trono de Pedro tomó la decisión de renunciar alegando “falta de fuerzas”.
Hacia las 16h00 GMT, la guardia suiza llevará a cabo una breve ceremonia de despedida antes de que Benedicto XVI suba a un helicóptero que lo conducirá a Castelgandolfo, la residencia de verano de los papas, donde vivirá durante dos meses.
Su llegada a este pequeño pueblo del sureste de Roma está prevista 20 minutos después. Tras un breve saludo desde el balcón, se instalará en el suntuoso palacio y las puertas se cerrarán a sus espaldas.
A las ocho en punto de la noche (19h00 GMT) se hará oficial su renuncia y el Vaticano entrará oficialmente en “Sede Vacante” abriendo la vía a la celebración de un cónclave que deberá elegir al próximo jefe de la milenaria institución.
Dos meses después, Ratzinger, que será llamado “Papa Emérito”, se instalará en un antiguo convento dentro de los muros del Vaticano que está siendo reformado para acogerlo.
Camino al cónclave