Benedicto XVI prometió el jueves “obediencia incondicional” a quien sea su sucesor, una despedida conmovedora antes de que se convierta en el primer papa en 600 años en renunciar.
El pontífice pareció tratar de calmar las preocupaciones sobre posibles conflictos derivados de la situación peculiar de tener un papa reinante y otro jubilado.
Al pronunciar un discurso inesperado, Benedicto XVI también pidió a los llamados “príncipes” de la Iglesia católica a que dejen de lado sus diferencias, cuando elijan al próximo papa.
El pontífice instó a los cardenales a trabajar unidos, de manera que el Colegio de Cardenales sea “como una orquesta”, donde se puedan lograr “el acuerdo y la armonía” pese a la diversidad de opiniones.
Agregó que rezará por los cardenales en los próximos días mientras eligen a su sucesor.
“Entre ustedes también está el futuro papa, a quien yo prometo mi reverencia y obediencia incondicional”, dijo Benedicto XVI en su audiencia final.
La decisión de Benedicto XVI de vivir en el Vaticano durante su jubilación -tiempo en el que será denominado como “papa emérito” o “su santidad” y llevará la sotana blanca asociada con el papado- ha intensificado el temor de que influya sobre el próximo papa.
Sin embargo, Benedicto XVI ha tratado de alejar esas preocupaciones, diciendo que una vez que se jubile estará “escondido del mundo”. En su discurso final en la plaza de San Pedro el miércoles, dijo que no volvía a la vida privada, sino más bien a una nueva forma de servir a la iglesia a través de la oración.
Alrededor de las 5 de la tarde hora local, Benedicto XVI dejará el palacio por última vez como pontífice y partirá en helicóptero hacia el retiro papal de Castel Gandolfo, al sur de Roma.
Allí, a las 8 de la noche en punto, Benedicto XVI se volverá oficialmente el primer pontífice en 600 años en dimitir. Las puertas del palacio apostólico vaticano se apagarán y la Guardia Suiza estará fuera de servicio temporalmente.
En su última reunión con los cardenales antes de iniciar su retiro, El pontífice pareció tratar de calmar las preocupaciones sobre posibles conflictos derivados de la situación peculiar de tener un papa reinante y otro jubilado.
Al pronunciar un discurso inesperado, Benedicto XVI también pidió a los llamados “príncipes” de la Iglesia católica a que dejen de lado sus diferencias, cuando elijan al próximo papa.
El pontífice instó a los cardenales a trabajar unidos, de manera que el Colegio de Cardenales sea “como una orquesta”, donde se puedan lograr “el acuerdo y la armonía” pese a la diversidad de opiniones.
Agregó que rezará por los cardenales en los próximos días mientras eligen a su sucesor.
“Entre ustedes también está el futuro papa, a quien yo prometo mi reverencia y obediencia incondicional”, dijo Benedicto XVI en su audiencia final.
La decisión de Benedicto XVI de vivir en el Vaticano durante su jubilación -tiempo en el que será denominado como “papa emérito” o “su santidad” y llevará la sotana blanca asociada con el papado- ha intensificado el temor de que influya sobre el próximo papa.
Sin embargo, Benedicto XVI ha tratado de alejar esas preocupaciones, diciendo que una vez que se jubile estará “escondido del mundo”. En su discurso final en la plaza de San Pedro el miércoles, dijo que no volvía a la vida privada, sino más bien a una nueva forma de servir a la iglesia a través de la oración.
Alrededor de las 5 de la tarde hora local, Benedicto XVI dejará el palacio por última vez como pontífice y partirá en helicóptero hacia el retiro papal de Castel Gandolfo, al sur de Roma.
Allí, a las 8 de la noche en punto, Benedicto XVI se volverá oficialmente el primer pontífice en 600 años en dimitir. Las puertas del palacio apostólico vaticano se apagarán y la Guardia Suiza estará fuera de servicio temporalmente.