Por Redacción 27 de diciembre de 2025
En los puertos de todo el mundo, desde Hamburgo hasta Tokio, existe una silueta que es reconocida instantáneamente por su majestuosidad y por la enorme bandera tricolor que ondea en su popa. Se trata del Buque Escuela Cuauhtémoc, una embarcación que es mucho más que madera y acero; es el aula flotante donde se forja el carácter de los futuros oficiales de la Armada de México y, al mismo tiempo, es el diplomático más elegante con el que cuenta nuestro país. Conocido cariñosamente como «El Caballero de los Mares», este velero ha surcado los océanos durante más de cuatro décadas, llevando un mensaje de paz y buena voluntad.
Pero, ¿qué hace tan especial a este navío? ¿Cómo logra mantenerse impecable a pesar del salitre y las tormentas? En esta crónica, nos adentramos en las cubiertas del Buque Escuela Cuauhtémoc para descubrir los detalles técnicos, históricos y humanos que lo convierten en una leyenda viva de la navegación mundial. A continuación, presentamos los 7 aspectos fundamentales de su existencia.
1. El Origen: Nacido en Bilbao para servir a México
Aunque su alma es 100% mexicana, la cuna del Buque Escuela Cuauhtémoc se encuentra en el Viejo Continente. Fue construido en los Astilleros y Talleres de Celaya, en Bilbao, España. Su diseño corresponde al de un brix-barca (bricbarca), inspirado en los grandes veleros de instrucción alemanes de la clase Gorch Fock.
El proyecto nació de la necesidad de la Secretaría de Marina de contar con una unidad propia para la instrucción de capitanes y oficiales, quienes hasta entonces realizaban sus prácticas en buques de guerra convencionales o en el antiguo cañonero Guanajuato. Fue botado al agua el 24 de julio de 1982 y entregado a su primera tripulación mexicana poco después. Desde ese momento, el Buque Escuela Cuauhtémoc ha sido el hogar de generaciones de cadetes de la Heroica Escuela Naval Militar, cumpliendo la misión de «exaltar el espíritu marinero».

2. Anatomía de un Gigante: Características Técnicas
No es un barco pequeño. Para quienes lo han visto atracado en Acapulco (su puerto base) o en Veracruz, sus dimensiones imponen respeto. El Buque Escuela Cuauhtémoc cuenta con una eslora (largo) de 90.5 metros y una manga (ancho) de 12 metros.
Su sistema de propulsión principal es el viento. Posee tres mástiles (trinquete, mayor y mesana) que sostienen un aparejo de 23 velas, sumando una superficie vélica de 2,368 metros cuadrados. Cuando el viento es favorable, el Buque Escuela Cuauhtémoc despliega todo su velamen en una maniobra espectacular que requiere la coordinación perfecta de cientos de manos. Sin embargo, para las calmas o las maniobras de puerto, cuenta con un motor diésel auxiliar que le permite navegar con seguridad en cualquier condición.
3. La Misión: «Por la exaltación del espíritu marinero»
Más allá de su belleza estética, el propósito central del Buque Escuela Cuauhtémoc es formativo. Cada año, realiza el tradicional «Crucero de Instrucción», un viaje que puede durar entre seis y nueve meses, circunnavegando continentes enteros.
A bordo, los cadetes de cuarto año no van de paseo. Se enfrentan a la furia de los elementos, aprenden navegación astronómica (guiándose por las estrellas, sin GPS, como en la antigüedad), cinemática naval y, sobre todo, trabajo en equipo. Subir a los mástiles más altos, a casi 40 metros sobre la cubierta, mientras el barco se mece violentamente por el oleaje, es la prueba de fuego que templa el carácter. En el Buque Escuela Cuauhtémoc, el miedo se vence con disciplina.
4. El Mantenimiento: El secreto de la eterna juventud
¿Cómo es posible que un barco de 1982 luzca como nuevo en 2025? La respuesta está en el mantenimiento riguroso y casi obsesivo. El Buque Escuela Cuauhtémoc es sometido periódicamente a procesos de «carena» mayor y menor en dique seco.
Durante estas fases, el casco se limpia de incrustaciones marinas y se repinta; se revisan los espesores del acero para detectar corrosión; se desmontan y revisan válvulas, motores y generadores. Pero el trabajo más artesanal ocurre en la cubierta: la madera de teca se pule y barniza constantemente, los bronces se abrillantan diariamente por la tripulación y las velas se reparan o sustituyen en la velería a bordo. Mantener al Buque Escuela Cuauhtémoc en estado de revista no es vanidad, es una necesidad operativa para garantizar la seguridad en alta mar.

5. La Vida a Bordo: Camaradería y Espacio Reducido
La vida al interior del Buque Escuela Cuauhtémoc es un ejercicio de tolerancia y orden. Con una tripulación que supera las 250 personas (entre capitanes, oficiales, clases, marinería y cadetes invitados), el espacio es el recurso más valioso.
Los cadetes duermen en «sollados» (dormitorios) compartidos, en literas estrechas conocidas como «coys» o camas marineras. Comen en el mismo lugar donde estudian y conviven. No hay privacidad, y eso es parte del entrenamiento. La limpieza es extrema; se realizan zafarranchos de limpieza generales donde hasta el último rincón se talla con jabón. Esta convivencia forzada crea lazos de hermandad inquebrantables. Quien ha navegado en el Buque Escuela Cuauhtémoc sabe que su compañero de al lado es quien sostiene la cuerda que le impide caer al vacío.
6. El Embajador: Diplomacia en cada puerto
Cuando el navío atraca en un puerto extranjero, se convierte en territorio soberano de México. El Buque Escuela Cuauhtémoc abre sus cubiertas al público general, recibiendo a miles de visitantes que hacen filas kilométricas para conocerlo.
Es un escenario para la diplomacia cultural. A bordo se realizan recepciones con embajadores, autoridades locales y la comunidad mexicana en el extranjero. La tripulación actúa como guía, mostrando la calidez que caracteriza a nuestra nación. Se dice que el Buque Escuela Cuauhtémoc ha hecho más por la imagen de México en el extranjero que muchas campañas publicitarias millonarias, llevando un mensaje de paz, respeto y tradición naval.
7. El Futuro: Navegando hacia 2026
Al cierre de este 2025, el Buque Escuela Cuauhtémoc se prepara para nuevos horizontes. Tras finalizar sus recientes travesías, entra en su fase de alistamiento para el Crucero de Instrucción 2026.
La tecnología a bordo se actualiza constantemente (sistemas de radar, comunicaciones satelitales, plantas potabilizadoras), pero la esencia permanece intacta: navegar a la vieja usanza, sintiendo el viento y respetando el mar. Mientras haya cadetes que necesiten aprender el arte de la navegación y mientras México necesite llevar su bandera a los confines del mundo, el Buque Escuela Cuauhtémoc seguirá soltando amarras, listo para enfrentar la siguiente tormenta con la proa en alto.
Conclusión: Un símbolo nacional
El Buque Escuela Cuauhtémoc es la síntesis de lo mejor de México: trabajo duro, historia, belleza y resistencia. Verlo llegar a puerto, con la tripulación formada en los mástiles saludando al unísono, es una experiencia que pone la piel de gallina a cualquier compatriota.
Más que un barco, es una escuela de valores flotante. Larga vida al Caballero de los Mares y buenos vientos para sus futuras travesías.








