La India decidió aumentar sus fuerzas en Cachemira en un intento de controlar la ola de violencia que se ha apoderado del valle cachemir, donde 26 personas han muerto en protestas desde el pasado viernes, cuatro de ellas hoy.
Atendiendo a la petición que hizo ayer el jefe de Gobierno cachemir, Omar Abdulá, el Ejecutivo central resolvió enviar 1.900 efectivos de sus fuerzas de seguridad al estado norteño, que llegarán a él en uno o dos días, dijeron fuentes oficiales citadas por la agencia PTI.
Además, otros 3.200 efectivos destacados dentro del estado serán desplazados al valle de Cachemira, epicentro de las protestas que comenzaron a mediados de junio y que se han tornado más virulentas en los últimos días.
La intensidad de las manifestaciones ya llevó al Ejército acantonado en Cachemira a desplegarse el mes pasado (cuando hubo una quincena de muertos), pero su presencia más visible no ha sido suficiente para contener los ánimos.
Grupos de manifestantes desafiaron hoy de nuevo el toque de queda y se enfrentaron a pedradas con las fuerzas de seguridad en varios puntos de la capital estival, Srinagar, donde transcurrió otro día de escuelas, bancos, instituciones y negocios cerrados.
Tres jóvenes fallecieron por disparos de la Policía que pretendía “poner la situación bajo control” en Srinagar, mientras una cuarta persona murió en circunstancias similares en Kulgam, según fuentes policiales citadas por la agencia IANS.
Otras cinco personas resultaron heridas en los choques registrados en varias localidades del valle, donde se concentra la población musulmana mayoritaria.
Cachemira es un estado que la India y Pakistán se disputan desde 1947, año de su independencia, y ha motivado dos guerras (1948 y 1965) entre las dos potencias sudasiáticas, además de un conato de conflicto hace ahora once años por una incursión paquistaní en Kargil.
Tras caer en saco roto una serie de resoluciones de la ONU que, desde 1948, llamaban a su desmilitarización y la celebración de un plebiscito sobre su adhesión a la India o Pakistán, la región quedó dividida por una “línea de control” que sirve como frontera provisional desde 1972 y en la que rige un alto el fuego desde 2003.
Aunque las autoridades indias, y el propio Omar Abdulá, pretenden que la actual ola de disturbios es de carácter “espontáneo”, lo cierto es que el líder de la separatista Conferencia Hurriyat, Syed Alí Geelani, ha repetido en estos días sus llamamientos a la protesta.
La Hurriyat suele sacar partido de los brotes de malestar ciudadano que cada cierto tiempo se registran en el valle. El último, que se extendió a la zona meridional de mayoría hindú de Jammu y enfrentó a ambas comunidades, tuvo lugar en el verano de 2008.
Un abatido Abdulá, al frente del Gobierno cachemir desde la victoria de su partido en los comicios de fines de 2008, pidió ayer refuerzos policiales como vía para restablecer la normalidad y buscar soluciones “políticas” a la crisis.
Abdulá (cuyo padre es ministro del Ejecutivo central) reiteró su llamamiento a revisar las leyes que atribuyen poderes especiales a las fuerzas de seguridad indias en Cachemira, que permiten su actuación impune y bloquean la investigación de denuncias de abusos de los derechos humanos.
“Ruego al Gobierno indio que revoque los poderes que le dieron a sus fuerzas, porque están abusando de ellos”, dijo hoy la tía de Abdulá y jefa de la minoritaria Conferencia Nacional Awami, Khalida Shah.
El Gobierno indio “no puede arrestar las mentes” del pueblo cachemir y sólo está “creándose enemigos y odio”, advirtió Shah en rueda de prensa al término de dos días de mesas redondas en Delhi que concluyeron con un llamamiento a que “la India y Pakistán reinicien el diálogo para buscar una solución al problema cachemir”.
Pakistán pidió hoy “moderación” a la India, tras mostrarse “seriamente preocupado por la escalada de violencia” y la pérdida de “vidas inocentes” en Cachemira, y se remitió a palabras de un portavoz del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, para aseverar que se trata de una “preocupación colectiva” de la comunidad internacional.
La India, reacia a cualquier tipo de mediación o consejo sobre Cac hemira, calificó de “gratuitas” las palabras del portavoz de Ban Ki-moon y pidió una “aclaración” a su oficina, que respondió, según el comunicado indio, que el secretario general no hizo comentario alguno al respecto