Los activistas egipcios desafiaron una prohibición oficial con una segunda jornada consecutiva de protestas ayer en El Cairo, para exigir el fin de los casi 30 años de gobierno del presidente Hosni Mubarak, pero la policía los dispersó rápidamente con gases y porras.
Un policía y cuatro manifestantes murieron en los enfrentamientos, dijeron fuentes médicas.
La policía informó que 860 manifestantes fueron arrestados en todo el país desde el martes, cuando decenas de miles salieron a las calles en las mayores protestas en muchos años, inspiradas por los sucesos en Túnez. Exigieron la destitución de Mubarak y medidas contra la pobreza, el aumento de los precios y el desempleo.
Al anochecer, más de dos mil manifestantes marcharon por un ancho bulevar que bordea el Nilo cuando decenas de policías con escudos y cascos atacaron a la multitud. La escena se repitió a lo largo del día, donde hubiera intentos de realizar una concentración.
Un día después de manifestaciones multitudinarias en varias ciudades, los activistas usaron las redes sociales de internet para convocar a nuevas marchas, pero Facebook, una herramienta crucial para organizar las protestas, parecía estar parcialmente bloqueado por la tarde.
El ministerio del Interior advirtió que no se tolerarían concentraciones y había una fuerte presencia policial en las calles, dispuesta a reprimir inmediatamente toda señal de disturbios.
Las manifestaciones fueron la demostración más reciente del malestar político en Egipto, que se han vuelto más frecuentes e intensas a lo largo del año pasado.
Los manifestantes reclaman contra la brutalidad policial, la pobreza, los precios de alimentos, la corrupción oficial y el desgobierno y últimamente por choques sectarios entre cristianos y musulmanes. Las elecciones parlamentarias de noviembre fueron tachadas de fraudulentas. Muchos ven en estos sucesos señales de vulnerabilidad del presidente autoritario Hosni Mubarak.
Se conjetura que Mubarak, de 82 años, que ha padecido problemas de salud, estaría preparando a su hijo Gamal para una sucesión hereditaria, pero la oposición pública es intensa y, según cables diplomáticos estadunidenses filtrados a la prensa, no tiene el apoyo de las poderosas fuerzas armadas. Adicionalmente, el régimen prácticamente ha garantizado la imposibilidad de que surja una oposición política seria
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