Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez fueron amigos de piel adentro, vivieron y se guardaron para siempre sus complicidades porque cada uno de ellos se llevó a la tumba los secretos que ambos se guardaron.
Esa fue la amistad que estos dos grandes de la literatura universal forjaron desde la década de los años 50, con encuentros personales, familiares y a través de correspondencias que iban y venían de París, México, Bogotá o de cualquier otro lugar del mundo.
La profundidad de la amistad entre Fuentes y García Márquez se puede comprobar en las correspondencias que envió el autor de “Artemio Cruz” al novelista colombiano, las que se encuentran en la caja 305 de la Biblioteca Firestone de la Universidad de Pricenton.
La otra testigo de excepción de los encuentros de estos dos amigos fue la escritora Silva Lemus, esposa de Fuentes, quien lleva con orgullo la vida y obra del narrador y ensayista por todo el mundo, después de su partida en 2012.
Lemus es una mujer delgada, de conversación pausada, que compartió su vida con Fuentes desde aquel año de boda en 1973 en París, una ciudad que albergó en la mitad del siglo XX a los más grandes escritores y pintores del futuro de América Latina.
La autora de “Tratos y Retratos” llegó esta semana a Quito para la inauguración de la filial del Fondo de Cultura Económica (FCE) y su Centro Cultural Carlos Fuentes, como parte de la cooperación de México con América Latina.
Lemus conversó con Notimex después de la presentación de “Tratos y Retratos”, que se constituyó en la primera actividad del Centro Cultural Carlos Fuentes en esta ciudad de “cielo azul”, como siempre la recordó el autor de “Aura” y “Terra Nostra”, quien vivió parte de su infancia en la capital ecuatoriana.
Fuentes empezó a conocer a García Márquez a través de su amigo Alvaro Mutis, quien lo invitó a leer los primeros relatos de Gabo, que fueron los cimientos de su obra maestra “Cien años de soledad”.
Lemus dijo que esta fue la forma como Fuentes se acercó a García Márquez, a quien siempre calificó como un “gran personaje de la literatura hispanoamericana”.
Fuentes y Gabo “tenían una relación de admiración mutua. Eran un par de latinoamericanos brillantes. Tenía ideas políticas e intelectuales que los identificaron”.
“Ellos se admiraban muchísimo, pero ambos tenían un gran pudor. Gabo en una ocasión me dijo: ‘acabo de leer Aura (…) que gran escritor es tu marido’. El me las podía decir a mí, pero entre ellos no se decían este tipo de elogios”, señaló Lemus.
Fuentes y García Márquez hacían “muchos comentarios de humor, política. Ellos se prestaban sus personajes. Carlos utilizó, por ejemplo a Aureliano Buendía y creo que Gabo utilizó alguna vez a Artemio Cruz”.
Afirmó que “los dos eran muy bromistas. Los dos eran receptores de sus bromas. Se reían mucho de sus complicidades, que no sé cuáles eran. Los dos se llevaron sus complicidades para ellos”.
Los dos escritores tenían “espacios que solo ellos sabían cuáles eran y que pasaba. Fueron muy discretos”, aseguró Lemus, mientras trata de seguir recordando anécdotas de los dos amigos.
La escritora mexicana está convencida que Fuentes, quien murió el 15 de mayo de 2012, y Gabo, el 17 de abril de 2014, hoy estarían celebrando juntos el restablecimiento de relaciones entre Washington y La Habana, porque los dos estuvieron cerca del proceso cubano.
“Yo creo que los dos estarían de acuerdo, que era necesario que Cuba estuviera sin embargos, que Cuba fuera reconocida dentro del mundo hispanoamericano. Los dos lo pensaron, estoy segura”, subrayó Lemus.
A la pregunta ¿Que le faltó a Fuentes, qué se quedó en el tintero?, Lemus respondió sin vacilación: “Queda todo y nada (…) Carlos escribió sin cesar. Esa era su vida”.
“El día antes de su fallecimiento, un lunes, subió (a la segunda planta de la casa) y empezó hacer sus bocetos, en una pared con los personajes que le daban vida a su novela que comenzó ese día: El baile del centenario, pero hasta ahí llegó y no puedo decir más”, concluyó.