Para muchos las fiestas del bicentenario de México fueron motivo de celebración, para mi fueron días de mucha reflexión. La reflexión comenzó el martes 14 de septiembre aproximadamente a las 8:00pm, justo a la hora en la que llegué de trabajar. Al entrar a mi casa, mi actividad próxima a la llegada a mi cuarto era alimentar a Carlota y Fabio, actividad que se vió interrumpida por un suceso inesperado.
Es importante mencionar que hasta el martes 14 de septiembre me encontraba viviendo en una casa de huéspedes en la Condesa, éramos 12 mujeres, cada quien con su cuarto individual y yo compartía el baño con la del cuarto de arriba.
Mi contacto con la del cuarto de arriba no pasaba de un hola, adiós y ¿como estuvo tu día,? pero ese contacto mínimo se llevo acabo por 5 meses. La cotidianidad de esa convivencia no me proporcionaba mas que una sonrisa en las mañanas cuando me o le pronunciaba los buenos días.
De la del cuarto de arriba no sabia mucho, mas que los colores con los que se vestía a diario, como eran sus pijamas, que desayunaba, cenaba o a que hora se metía a bañar en las mañanas.
5 días antes del martes 14 de septiembre escuché a la del cuarto de arriba llorar, lloró poco tiempo y pensé que estaba desahogándose. 4 días antes del 14 la escuché llorar aproximadamente 2 horas seguidas. 3 días antes del 14 mientras lavaba las peceras de Carlota y Fabio en la cocina, ella entró a hacerse de cenar, le vi los ojos rojos, me pasó por la mente preguntarle que le pasaba, pero preferí quedarme callada. 2 días antes del 14 lloró toda la noche, lloraban muy fuerte, parecía que se estaba ahogando en su llanto, pero pudo más mi sueño que subir a preguntarle en que la podía ayudar. 1 día antes lloró poco, lo que me llevó a pensar que el problema que tenía se estaba resolviendo.
El martes 14 de septiembre mi cotidianidad se vió interrumpida aproximadamente a las 8:00pm, cuando llegué a mi casa y al entrar la veo llena de gente, un olor penetrante a carne quemada y la noticia que la del cuarto de arriba se había suicidado.
Para muchos las fiestas del bicentenario de México fueron motivo de celebración, para mi fueron días de mucha reflexión, de culparme por no haber tenido la más mínima sensibilidad de preguntarle a la del cuarto de arriba que le sucedía o si la podía ayudar en algo. No imagino cual pudo haber sido el problema tan grande que la afligía como para que se cerraran sus opciones del todo y la mejor salida fuera quitarse la vida.
Para muchos, las fiestas del bicentenario fueron días de fiesta, para mi fueron y siguen siendo días de remordimiento, de mucho remordimiento, por no haber tenido la más mínima sensibilidad de preguntarle a la del cuarto de arriba si existía en mis manos alguna solución a su problema.
*Ana Laura Martinez Escritora | Columnista | Video Blogger | Creativa | Genero contenido online, para Radio y Television