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Diciembre ha llegado y con él, el éxodo masivo de familias, estudiantes y trabajadoras que buscan regresar a casa para las fiestas. Sin embargo, lo que debería ser una temporada de reencuentros y abrazos, se ha transformado en una ruleta rusa logística. En este 2025, hablar de vacaciones implica, obligatoriamente, hablar de las carreteras mortales que atraviesan la geografía mexicana, no solo por la curva peligrosa o el asfalto en mal estado, sino por un depredador mucho más letal: la violencia criminal focalizada.

Para las mujeres, el peligro se multiplica. Mientras que la narrativa oficial se centra en los «operativos carrusel» y la prevención de accidentes mecánicos, la realidad a ras de suelo cuenta una historia diferente. Las autopistas se han convertido en zonas de silencio donde la violencia de género encuentra un escenario de total impunidad.

1. El espejismo de la seguridad invernal

El gobierno despliega patrullas y anuncia «saldo blanco» antes de que salga el primer coche, pero las usuarias frecuentes saben que estas promesas se desvanecen al caer la noche. Las carreteras mortales en México no distinguen horario, pero sí distinguen vulnerabilidad. El invierno, con sus noches más largas y neblina densa, ofrece la cobertura perfecta para grupos delictivos que operan con total libertad.

No se trata solo de un bache que poncha una llanta; se trata de lo que sucede después de que el vehículo se detiene. Para una mujer conductora, quedarse varada en tramos como la México-Puebla o el Circuito Exterior Mexiquense no es un inconveniente mecánico, es una situación de riesgo vital inminente. La falta de iluminación y señal telefónica convierte estas vías en carreteras mortales donde el auxilio vial brilla por su ausencia y el crimen organizado patrulla más que la Guardia Nacional.

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5 Carreteras Mortales donde la Violencia Acecha a las Mujeres en Invierno 3

2. La violencia de género en tránsito: un riesgo diferenciado

Es crucial entender por qué insistimos en el enfoque de género. Cuando un hombre es interceptado en estas carreteras mortales, el objetivo suele ser el robo del vehículo o la mercancía. Cuando la víctima es una mujer, sola o acompañada por otras mujeres, la dinámica criminal cambia drásticamente. El cuerpo de la mujer se convierte en parte del botín.

Reportes de colectivos feministas y datos de seguridad revelan un patrón alarmante: secuestros exprés con connotaciones sexuales, tocamientos forzados durante «retenes falsos» y, en los casos más trágicos, desapariciones forzadas. La «carretera de la muerte» (Monterrey-Nuevo Laredo) nos enseñó dolorosamente hace unos años que las mujeres jóvenes son objetivos específicos. Hoy, esa lógica se ha replicado en otras carreteras mortales del centro y sur del país, donde ser mujer y transitar libremente se ha vuelto un acto de rebeldía peligroso.

3. El mapa del miedo: rutas rojas para las mujeres

Si planeas viajar este invierno, es vital conocer dónde el riesgo se dispara. No todas las vías son iguales, y algunas se han ganado a pulso el título de carreteras mortales por la incidencia delictiva contra viajeras:

  1. Carretera 57 (El tramo del terror): Especialmente en los límites de San Luis Potosí y Nuevo León. Aquí, el tráfico de personas se mezcla con el robo, y las mujeres migrantes o viajeras son mercancía para las redes de trata.
  2. Autopista 150D (Puebla-Veracruz): Las Cumbres de Maltrata no solo son peligrosas por la niebla. Los asaltos masivos son comunes, y la violencia física ejercida contra las tripulantes femeninas para forzar la entrega de bienes es desmedida.
  3. Carretera Federal 95D (México-Cuernavaca): A pesar de ser una vía turística por excelencia, las paradas imprevistas y los casos de mujeres cuyos cuerpos han sido abandonados en parajes cercanos la mantienen en la lista de carreteras mortales.

4. Modus Operandi: La trampa está puesta

¿Cómo operan estos grupos? La sofisticación criminal ha convertido el tránsito en un campo minado. Ya no esperan a que ocurra un accidente; lo provocan. Arrojar piedras desde puentes, colocar «ponchallantas» o simular patrullas oficiales son tácticas comunes en estas carreteras mortales.

El pánico es el arma principal. Para una mujer al volante, ver luces estroboscópicas detrás de ella debería ser señal de seguridad, pero en el México actual, es motivo de terror. ¿Son policías reales o clones? La duda paraliza. Al detenerse, la violencia verbal y física se despliega de inmediato. La indefensión es total. Las carreteras mortales funcionan porque el sistema de videovigilancia es inoperante o inexistente en los tramos críticos, borrando cualquier evidencia de la agresión.

5. La impunidad como copiloto

Lo más indignante de este escenario no es el crimen en sí, sino la respuesta estatal. Cuando una mujer denuncia una agresión sufrida en tránsito, se enfrenta a la burocracia de la jurisdicción: «¿Fue en tramo federal o estatal?», «¿En qué kilómetro exacto?». Las carpetas de investigación se pierden en el limbo geográfico.

Las carreteras mortales son, en esencia, territorios sin ley. La militarización de la seguridad pública no ha frenado los índices delictivos en estas vías; simplemente ha desplazado los puntos de conflicto. Mientras las autoridades presumen cifras maquilladas, las familias viajan con el «Jesús en la boca», compartiendo su ubicación en tiempo real por WhatsApp como único escudo contra la barbarie.

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5 Carreteras Mortales donde la Violencia Acecha a las Mujeres en Invierno 4

Reflexión: El derecho a la movilidad secuestrado

Este invierno, mientras preparas las maletas, la indignación debe viajar contigo. No es normal tener que viajar en caravana para evitar ser asaltada. No es normal que las mujeres deban evitar manejar de noche por miedo a no regresar. La normalización de las carreteras mortales es una derrota social.

La violencia contra las mujeres no se detiene en la puerta de casa; se ha apoderado del espacio público y de las venas de comunicación del país. Exigir carreteras seguras no es pedir un lujo, es exigir el derecho básico a la libre movilidad y a la vida. Hasta que el Estado no garantice que una mujer puede cruzar de un estado a otro sin ser violentada, todas las autopistas de México seguirán siendo, tristemente, carreteras mortales.

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