De pronto, el pleno del Senado se convirtió en un ring cualquiera. Gritos y hasta empujones coronaron el último día de trabajo de nuestros legisladores antes de Semana Santa.
El duelo: PRI vs. PAN, con un espectador, el PRD, y en medio la Ley de Extinción de Dominio, como rehén de la lucha electoral.
“No me estés tocando, cállate… nos vemos allá afuera si quieres”, encaró el panista Alejandro González Alcocer a Manuel Velasco, del PVEM; el panista fue al “Bronx” del PRI a garantizar acuerdos y pedir calma.
“¡Pues cuando quieras cabrón!”, le reviró el joven verde en el “Bronx” priísta, para entonces ya desencajado, envuelto en empujones, gritos e insultos.
“Rijosos”, los llamaría el líder petista Ricardo Monreal.
Ring side. En una esquina, la priísta tamaulipeca Amira Gómez Tueme grita a González Alcocer; denunciaba una estrategia del PAN para retrasar la aprobación de la ley, para pegarle al priísmo electoralmente.
Cual buen second, apareció Velasco. No arrojó la toalla, más bien tomó del brazo a González Alcocer -para pedirle respeto al dirigirse a los priístas, diría Velasco; para pedirme que no le gritara a Jesús Murillo Karam, senador del PRI, diría el panista- y en respuesta recibió ese golpe cruzado rumbo al pecho con el antebrazo.
Ya era tarde para el respeto, pues elespectáculo ya estaba dado.
Segundo round. Más tarde, despeinado, Velasco pidió revancha, subirse al cuadrilátero: “Dile que no le tengo miedo, que si quiere lo arreglamos afuera o donde quiera”.
Un cierre sui géneris antes de Semana Santa, por la Ley de Extinción de Dominio.
Temprano, a los priístas ofendidos porque no se incluyó el dictamen en la agenda, se les pidió que al salón de plenos fueran con “pintura de guerra”.
Round de sombra. A las 12:22 inició la sesión. Discutían la reforma para regular a bancos, que no pasó; Monreal hablaba, cuando vino la andanada priísta para reclamar el dictamen.
Argumentaban “mano” de Germán Martínez, presidente del PAN, en la campaña de desprestigio.
“Mentiroso” gritaban al panista Gustavo Madero, presidente del Senado.
“¡Receso, receso!”, soltó furiosa la marea roja priísta encabezada por Manlio Fabio Beltrones.
El priísta Fernando Castro gritaba y agitaba en alto el dictamen, escena inusual de senadores descompuestos lejos de la tradicional figura impecable, y que al final hizo que Madero -nervioso- decretara receso para incluir el texto, aprobado por unanimidad.
¿Y la afición? “Yo siempre les dije que ese matrimonio un día iba a acabar a golpes”, ironizó Tomás Torres, del PRD.
“Se acabó la familia feliz”, completó Graco Ramírez, también del PRD.
Fin de la pelea. En el empate por decisión, Velasco fue felicitado por priístas, y aceptó el reconocimiento, nació así el nuevo “muchachito pendenciero” del Senado, reviraron panistas… el nuevo kid bóxer del PRI