Durante años, Dubai parecía imparable, un oasis donde lo mismo podían encontrarse pistas para esquiar en nieve, bajo techo, que islas hechas por el hombre, así como la torre más alta del mundo y sueños que se levantaban incluso más alto. Ahora, está llegando la factura de todo eso, y los problemas de deuda del emirato amenazan un lugar construido con tiempo y dinero prestados. No sólo eso, los problemas amenazan con propagarse a otras naciones árabes.
El conglomerado estatal Dubai World solicitó una prórroga para el repago de los 60.000 millones de dólares que adeuda a sus acreedores. Probablemente, los inversionistas internacionales verán ahora bajo la lupa de la incertidumbre a muchos países, incluso los más conservadores en sus políticas fiscales, advierten los analistas. El anuncio está “impactando a todos en la región, los buenos y los malos”, dijo John Sfakianakis, jefe de economistas del Banque Saudi Fransi-Credit Agricole Group, con sede en Arabia Saudí.
“Ahora estamos viendo el impacto de esto, y el impacto consistirá en que nos percibirán de manera negativa a todos”, dijo Sfakianakis. En Dubai y en otras zonas cercanas, los gobernantes mantienen un estricto control de la información sobre su situación fiscal y sus acuerdos, pese a que atraen cientos de miles de millones de dólares en inversiones. Por ejemplo, en Arabia Saudí, la mayor economía del mundo árabe, pocos sabían de la crisis de deuda por 22.000 millones de dólares que enfrentaban dos de los mayores conglomerados privados del reino a comienzos de este año. Las noticias se filtraron mientras las compañías se enfrentaban en un tribunal, luego que una acusó a la otra de un fraude.
Aunque los inversionistas internacionales estuvieron alguna vez dispuestos a apostar en los países del área, principalmente por su riqueza petrolera, la crisis financiera mundial los volvió más reticentes al riesgo. La crisis de Dubai sólo agravará esas preocupaciones, según los analistas. “Los inversionistas extranjeros dividirán marcadamente la forma en que reconocen las oportunidades de inversión en los países árabes, con base en qué naciones tienen petróleo y cuáles no”, dijo Simon Henderson, especialista en energéticos del Instituto Washington para las Políticas en Oriente Próximo.
A diferencia de Arabia Saudí, Qatar o incluso Abu Dhabi, el emirato vecino, Dubai carece de riqueza petrolera. Las entidades respaldadas por el gobierno recurrieron a los mercados de crédito para financiar el crecimiento espectacular de la ciudad-Estado. En la última década, el pequeño emirato, uno de los siete que conforman los Emiratos Arabes Unidos, se transformó en un gran puerto comercial, una atracción turística y un imán para los trabajadores extranjeros.
Construyó rascacielos desde donde pueden apreciarse paisajes espectaculares del Golfo Pérsico, y creó una ladera para esquiar bajo techo. Ofreció un estilo lujoso de vida, visto con recelo por los otros emiratos y por la región. Una isla fue construida, con forma de palmera. Dubai edificó el rascacielos más alto del mundo, Burj Dubai, cuya inauguración está prevista para enero. Pero la crisis crediticia había comenzado a frustrar el sueño. Los precios de las propiedades se han derrumbado 50% desde el año pasado. Varios proyectos se cancelaron y los trabajadores inmigrantes se marcharon en masa. Hoy, abundan los edificios inconclusos y los apartamentos vacíos.
El anuncio de Dubai World, acerca de que busca una prórroga de al menos seis meses para el pago de su deuda, provocó turbulencia en todo el mundo durante el viernes. Los precios del petróleo se hundieron a casi 74 dólares por barril y los mercados asiáticos cayeron por segunda jornada consecutiva. En Estados Unidos, el promedio industrial Dow Jones perdió más de 150 puntos.
La deuda total de Dubai es de al menos 80.000 millones de dólares, lo que pone de manifiesto cuán grave sería el anuncio de Dubai World para la salud financiera del emirato.